“Está en juego la aplicación estricta de la democracia”

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Perfil

Nombre: Augusto Ramírez Ocampo.

Cargo:  Ex canciller de Colombia.

Otros cargos:  Jefe de la Misión de Observadores de las Naciones Unidas en El Salvador (ONUSAL).

Vino por primera vez al país en marzo de 1993 como jefe de la Misión de Observadores de las Naciones Unidas en El Salvador (ONUSAL). Le tocó preparar todo el andamiaje electoral para la celebración de la primera elección con la participación del FMLN ya como fuerza política y no guerrillera, tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1992. Ahora, 15 años después de aquella elección de 1994, regresa a El Salvador para observar el proceso electoral que culmina mañana con la elección del nuevo presidente que guiará al país por los próximos cinco años.

Regresa a El Salvador después de 15 años, ¿qué impresión tiene?

Estoy realmente muy orgulloso y contento porque El Salvador, después de los acuerdos en Chapultepec, llegó a la paz. Hoy los desafortunados acontecimientos violentos no son por cuenta de la confrontación que en ese tiempo existía, y que fue plenamente curada y sus acuerdos legalmente respetados por todo el pueblo salvadoreño. La mejor demostración de ese hecho es que ha habido sucesivos cambios de poder, participación activa electoral, alternación de muchas alcaldías, entre ellas, la más importante la de San Salvador, donde ha cambiado por lo menos tres veces de sello político la cabeza de su alcalde; y así en seis o siete de las ciudades más importantes de El Salvador.

¿Y la elección de este domingo?

Ahora estamos viviendo, yo diría, la culminación admirable de ese proceso, porque el domingo está en juego la aplicación estricta de la democracia. Todos esperamos, y así lo han manifestado tanto los partidos políticos como todo lo que cuenta y vale en El Salvador, que el resultado de las urnas será rigurosamente aceptado y universalmente seguido. Por lo tanto, es el pueblo de El Salvador el que elegirá su próximo mandatario, y serán las reglas constitucionales que rigen este país las que se aplicarán para determinar quién ha ganado.

¿Cree que incida en el electorado la denominada campaña sucia?

Es imposible que ocurra una campaña democrática en un país libre en el que ocurra lo que usted llama campaña sucia. Esto esta infortunadamente impreso en las reglas de juego de la participación democrática, de la libertad de expresión, de la libertad de prensa y por lo tanto es inevitable que confrontaciones ocurran en el proceso de las elecciones. Lo importante es que una vez terminado ese certamen electoral esas heridas, por lo general, felizmente se restañan y todos siguen siendo salvadoreños y todos siguen respetando los iguales principios democráticos. Esos son los gajes del oficio de la democracia y no les atribuyo más consecuencias que las que han tenido en la campaña de una confrontación auténtica democrática que crea opciones en un democracia cuasi perfecta.

¿Cómo ve el rol del TSE, institución nacida de los Acuerdos de Paz, en el proceso electoral?

Yo no lo he seguido de cerca, pero a mí me tocó como jefe de ONUSAL la preparación de todo el proceso electoral ocurrido en 1994. En ese momento las Naciones Unidas tuvo que reconstruir el padrón electoral porque muchas de las alcaldías habían sido quemadas, tuvo que garantizar el proceso electoral e instalar el TSE. Fue elegido limpiamente el doctor Armando Calderón Sol como presidente de la República.

Hablan de fraude, ¿puede darse?

Espero que no porque todo esto está ocurriendo a la luz de los partidos políticos, la participación de la comunidad internacional. Yo creo que este es un proceso transparente y la democracia de El Salvador, hoy en día, puede hacerse ejemplar en América Latina.

¿Qué llamado hace a los más de 4.2 millones de electores?

Que voten, que participen. La democracia es eso: participación, y por lo tanto, yo creo que cada salvadoreño tiene la obligación estricta de participar en estos comicios y la obligación estricta de vigilar el proceso. Cada ciudadano es un veedor de la limpieza en las urnas, tiene la obligación de ser respetuoso con sus conciudadanos y tiene, por lo tanto, la obligación de practicar la democracia que es el respeto del otro y justamente la posibilidad de alternar y expresar su voto como quiera.

Uno gana y otro pierde la elección, ¿qué llamado hace al perdedor?

Que tiene que aceptar los resultados después de un proceso tan limpio y que ojalá siga un espíritu de acuerdo que era imposible casi de conseguir en la guerra, pero que ahora en medio de la paz tiene que ser el resultado ideal de tanto esfuerzo maravilloso que ha sido hecho.

¿Y el llamado al ganador?

Que sea respetuoso de la oposición, que sea respetuoso de la Constitución, que no intente perdurarse en el poder y que, Dios quiera, pueda dar participación al otro. Cuando una población de un país esta tan polarizado como este en dos grandes alas me parece que lo que cumple hacer es precisamente que se pueda gobernar con participación del otro: uno, con la presidencia de la República, y los otros, colaborando tanto desde la Asamblea Legislativa, de alcaldías y desde tantas organizaciones que son posibles en la participación para que pueda darse un régimen democrático.

Buscar consensos…

Por ejemplo. Eso puede ser una de las buenas conclusiones de la campaña y de las elecciones.

Cambiando de tema, luego de 17 años de la paz, ¿cómo ve el país?

Es impresionante lo que aquí ha pasado. A parte del tema de las maras, que es muy doloroso y que además no solo es exclusivo de El Salvador y de esa violencia, es un proceso en el que se ha consolidado la democracia y consolidado la paz política. Todos somos conscientes de que este es un país que ha logrado una enorme estabilidad política, pero además un renacimiento sostenido de su economía.

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