Más que intentar plantearse cómo va a ser el gobierno de Mauricio Funes, sobre el cual mucho se ha especulado a pesar de que este ni siquiera inicia, me parece importante que los partidos empiecen cuanto antes la discusión interna de lo que debieran ser los nuevos escenarios políticos del país.
Partiendo de la base que la crisis económica requerirá de cada uno de ellos un mayor grado de responsabilidad y que el electorado una vez más les demandó ponerse de acuerdo, al votar en cifras casi parecidas para uno y otro, las dirigencias partidistas tienen hoy sobre sus hombros la gran tarea de redefinir estos nuevos roles.
ARENA será oposición y su gran reto será ser una oposición valorada por la ciudadanía. Esto significa que debe mostrar altura, moderación, especialmente ante los momentos difíciles, y por sobre todo inteligencia para responder y amoldarse a los cambios de relación que seguramente planteará el nuevo gobierno. Las improvisaciones pudieran ser su mayor enemigo.
El FMLN tiene la tarea más difícil: aprender a comportarse como partido de gobierno. Lograr un pleno entendimiento de los caminos y objetivos que se planteará el presidente Funes, y por sobre todo convencer a sus militantes sobre el momento político que vivirán. Si no vimos antes de la campaña la evolución que dicen tuvo el partido, hoy ello debe ser muy visible, pues lo contrario pudiera significar que la mayor oposición les venga de su interior.
Ambos partidos tienen retos y metas ya planteados. En menos de dos años iniciará la campaña política para la elección de diputados y alcaldes de 2012, cuyo resultado repercutirá muy fuertemente en 2014, cuando el electorado tenga que elegir a otro nuevo presidente. Funes tiene solo dos años para mostrar buen gobierno, que de hecho si lo logra seguramente le permitirá al FMLN mayor número de diputados y alcaldes y ponerse nuevamente en primer lugar para obtener un segundo gobierno, esta vez sí sobre bases socialistas.
El desafío de ARENA es impedir que esto ocurra. Pero solo lo logrará si la suerte le acompaña –si el gobierno se ve incapaz ante la crisis económica o la relación partido gobierno se vuelve insoportable– o si realmente consigue poner al frente de su partido liderazgos verdaderamente de altura y con un alto grado de compenetración con la ciudadanía. Obviamente sería estúpido apostarle a la suerte.
Y ¿cuáles serán los nuevos escenarios? Me atrevo a decir que estos estarán dibujados en la moderación, el cambio sensato y honesto, una dosis más alta de democracia, y en el desprecio por la política sucia. Estos son los escenarios dictados por los dos millones seiscientos mil salvadoreños que el pasado 15 de marzo concurrieron a las urnas con un interés patriótico antes que partidista.
¿Qué le queda al PCN y al PDC? Adaptarse a las mismas circunstancias, constituirse en partidos con personalidad propia. Renovarse sin perder su ideología. Como nunca antes, hoy todos estamos sujetos a grandes retos.
No hay comentarios aún.
RSS feed for comments on this post. TrackBack URL