Las declaraciones que dio Gerson Martínez, diputado del FMLN y miembro del equipo de gobierno del presidente electo, Mauricio Funes, sobre la posibilidad de que la administración entrante proponga una renegociación de la deuda externa y pida ampliar los plazos y modificar las tasas de interés para financiar sus programas de inversión, tenían como base el plan de gobierno del Frente.
“Negociar el refinanciamiento de la deuda pública para reducir la carga del servicio y la amortización de la misma”, dice en la página 58 del programa de gobierno que presentó Funes el 17 de agosto del año pasado.
Martínez aseguró que no podía opinar sobre este punto que está contemplado en el programa de gobierno a pesar de que en el mismo escrito él aparece como coordinador de la elaboración del documento.
“Yo puedo dar mi opinión como diputado. El único vocero de las políticas a impulsar es el presidente electo”, enfatizó Martínez.
Se intentó hablar con Alexander Segovia, el asesor económico del presidente electo, para que aclarara este punto del programa de gobierno. No obstante, dijo que estaba en una reunión y pidió que se le hablara dentro de una hora. Se le marcó varias veces más, pero ya no correspondió las llamadas.
La semana pasada, Martínez declaró: “Creemos que hay que aspirar a renegociar plazos, ver si las tasas variables se pueden pasar a tasas fijas”.
Estas declaraciones alertaron a los mercados internacionales. “Vemos sus comentarios con precaución, pues podrían señalar un posible tratamiento poco ortodoxo de la deuda de país”, rezó un informe de JP Morgan.
El parlamentario aclaró que hablaba sobre las finanzas del país, por lo que aseguró que era necesario “estudiar” deuda bilateral, títulos valores, Letras del Tesoro (LETES), fideicomisos, pensiones y subsidios.
La reacción de los mercados llevó a Funes y a su equipo de trabajo a desautorizar a Martínez y aclarar que su gobierno respetará “en su tiempo y condiciones todas las obligaciones contraídas por el país”.
Dagoberto Gutiérrez, un ex comandante del FMLN, advierte que los cambios no son inmediatos. Ayer, en una columna en el diario CoLatino dijo que “ la alternativa no nace automáticamente de la alternancia”, por lo que debe luchar por “cambios de rumbo de la política, de la economía y del ejercicio del poder; en definitiva, la alternativa exige la construcción de un nuevo poder”.
“Puede ocurrir que en este momento el cambio soñado afecte negativamente a los que lo apoyaron y positivamente a los que no lo apoyaron, todo depende de quiénes sean los que en definitiva controlan el aparato de las decisiones reales”, dice Gutiérrez.
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