Perfil
Nombre: Mauricio Funes Cartagena.
Cargo: Presidente electo.
Otros cargos: Periodista y entrevistador de televisión por más de 20 años.
La agenda inicial de Mauricio Funes, presidente electo de la República, está enfocada en conseguir fondos extras para que El Salvador pueda financiar planes de contingencia para hacer frente a la crisis. Funes revela, en esta conversación, que viajará a Washington en mayo próximo para plantear a organismos multilaterales —el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial— la posibilidad de que El Salvador obtenga “recursos externos adicionales”. Por ahora, de su gira brasileña, Funes trae conversaciones adelantadas con el presidente Luiz Inácio “Lula” Da Silva para negociar un crédito con el Banco Nacional de Desarrollo Social (BNDES) destinado a la construcción de infraestructura social y de apoyo a las actividades productivas. La ampliación de la deuda ya había sido planteada como política pública por Funes y su principal asesor económico, Alex Segovia, en el Foro Político de LA PRENSA GRÁFICA el 21 de enero pasado.
Los bemoles de la crisis y el precario estado en que recibirá las finanzas estatales, asegura el presidente electo, determinarán los tiempos y las formas de ejecución de las promesas que hizo en la campaña que lo llevó a la presidencia. Y para atender el tema fiscal y financiero, que al decir de un buen número de analistas locales e internacionales perfilará con mucha fuerza los primeros compases de su gobierno, Funes buscará de entrada el entendimiento con el sector privado salvadoreño: después de Semana Santa se reunirá con ex presidentes de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) y con “importantes empresarios” para buscar una “alianza estratégica” que permita repartir los costos de la crisis de manera equitativa.
Otra revelación que Funes hace en esta entrevista, realizada a través de un cuestionario que el nuevo mandatario respondió desde Brasil, es que él cree conveniente, para El Salvador, que su gobierno abra relaciones diplomáticas con Cuba y que ensanche las existentes con Venezuela, aunque aclara que las relaciones internacionales históricas de su partido no marcarán las de su gestión.
Las respuestas del presidente electo pasan, además, por las primeras señales políticas que ha recibido de importantes empresarios salvadoreños, de gobiernos extranjeros como Estados Unidos y Venezuela, así como de su propio partido.
Sobre el gabinete, una decisión que según embajadas acreditadas en el país consultadas por este periódico constituirá la primera señal política de peso de Funes, el presidente electo reitera que no se construirá basándose en cuotas partidarias. Sobre el punto se puede leer un matiz importante en sus palabras: las señales serán hacia fuera, no hacia adentro del FMLN: “El signo fundamental de mi gobierno será la unidad y esta solo se puede construir si, desde la integración misma del gabinete, se envían señales claras de concertación y de entendimiento con otras fuerzas políticas y sociales del país”.
Los empresarios aludidos están respondiendo en forma pragmática a la coyuntura poselectoral. La campaña terminó y, por tanto, ya no tienen necesidad de cohesionarse en torno al proyecto de ARENA. Mi posición no ha variado ahora que soy presidente electo. Siempre sostuve que el cambio que el país necesita no debe ser interpretado como un salto al vacío y menos como una ruptura con el sistema económico, basado en la existencia de la propiedad privada y en la defensa de la libre competencia. Mi horizonte estará marcado por la Constitución de la República y, por tanto, por la garantía de la existencia y defensa de las libertades fundamentales que el texto constitucional consigna. El temor que algunos empresarios expresaron durante la campaña tenía una motivación más ideológica que política. Ahora que los resultados me colocan como presidente electo, espero de ellos una decisión y voluntad firme de que trabajaremos juntos para alcanzar una sociedad justa y solidaria y una economía dinámica y competitiva. Eso solo lo podemos lograr si construimos los entendimientos necesarios y empujamos juntos las transformaciones que el país necesita.
Hubo acercamientos con empresarios antes de las elecciones y por supuesto que estos encuentros tienen que continuar ahora. No puede ser de otra forma. Antes de viajar a Brasil envié una carta dirigida a la ANEP para solicitarle una reunión a mi regreso al país. La respuesta ha sido positiva y solo espero coordinar con los dirigentes gremiales una cita de trabajo en la que aspiro a construir un diálogo franco y sincero. Pedí que en esa reunión estuvieran los ex presidentes de la ANEP y algunos importantes empresarios cuya contribución a la generación de empleo es determinante. La reunión será después de Semana Santa.
Les ratificaré mis compromisos relacionados con la necesidad de elaborar una política de Estado en el área fiscal, que nos permita movilizar recursos internos y externos y dedicarlos al área social, a la ampliación y el mejoramiento de la infraestructura económica y social de apoyo a las actividades productivas y al mejoramiento de la seguridad. Les reafirmaré mi convicción de que la mejor manera de elevar los ingresos tributarios no es aumentando impuestos, sino mediante el combate a la evasión, la elusión, el contrabando y la corrupción, y que seré celoso en el manejo responsable y transparente del gasto público. Con respecto a las medidas anticrisis, mi mensaje será que busquemos acuerdos nacionales y sectoriales que permitan la reactivación económica, la recuperación de los empleos perdidos y el mantenimiento de los actuales, además de acuerdos que protejan a las familias pobres. En suma, les plantearé que establezcamos una alianza estratégica entre el sector privado y el sector público destinada a mejorar la recaudación, utilizar mejor las escasos recursos públicos y repartir los costos de la crisis de manera equitativa, protegiendo más a los que más lo necesitan.
Para enfrentar la crisis el país necesita urgentemente ampliar los márgenes de maniobra en el campo fiscal. Una de las alternativas para lograrlo es obtener recursos externos adicionales y dedicarlos a los programas prioritarios, sobre todo a los de carácter social y de apoyo a las actividades productivas. Por ello hemos comenzado a platicar con la comunidad internacional y con la banca multilateral sobre el tema. Los primeros días de mayo viajaré a Washington para asistir a la reunión conjunta de gobernadores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Aprovecharé el encuentro para explorar las posibilidades de que el país obtenga recursos externos adicionales. Además, ya inicié pláticas con gobiernos amigos, como el de Brasil. En reunión con el presidente Lula y algunos miembros de su gabinete hemos acordado negociar un crédito con el Banco Nacional de Desarrollo Social (BNDES) para la construcción de infraestructura social y de apoyo a las actividades productivas. Enviaré más adelante a uno de mis asesores para ultimar detalles.
Como declaré a otro medio recientemente, las restricciones fiscales sin duda incidirán en los tiempos y en la forma de implementación de las principales promesas de campaña, pero no impedirán que las cumplamos, sobre todo aquellas relacionadas con mejorar la calidad de vida de las familias más pobres y marginadas. Esto es así porque el cumplimiento de las promesas no solo es una cuestión de recursos, sino principalmente de voluntad política, y yo tengo la voluntad requerida para cumplir lo prometido. Por muy grave que sea la situación de las finanzas públicas, siempre es posible utilizar los pocos recursos disponibles para financiar las principales promesas de campaña, como las que menciona.
Los subsidios constituyen un instrumento redistributivo importante que debe mantenerse, sobre todo en una sociedad donde existe tanta pobreza y desigualdad como la salvadoreña. Lo que hay que hacer es racionalizarlos, focalizarlos y transparentarlos de tal manera que beneficien a quien realmente los necesita y que la sociedad sepa cuánto gasta en dicha política y quiénes son los que se benefician con ella. Por eso que he dado instrucciones al equipo de gobierno encargado del área económica para que me presente cuanto antes propuestas dirigidas a racionalizar y focalizar los subsidios, que sean viables fiscalmente. Afortunadamente, existe un consenso amplio sobre la necesidad de avanzar en estas líneas de acción, por lo que espero que logremos convertir la política de subsidios en política de Estado.
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