El efecto borde en la finca El Espino

Por Blanca Abarca

Fracturas de modos de vida, migraciones, endogamia y muerte son algunos de los efectos que producen la apertura de carreteras en medio de ecosistemas.

“Esta es una de las víctimas de los tractores”, espeta William Marenco, desde su arrinconada oficina de la Alcaldía de San Salvador, mientras lanza sobre su escritorio una bejuquilla aplastada. Esta culebra arborícola parda, que viva suele ser confundida con lianas, es una pequeña muestra de la muerte y diáspora que ocasionaron los trabajos de ampliación del bulevar Diego de Holguín dentro de la finca El Espino.

La apertura de carreteras, de acuerdo con el biólogo y presidente de la Fundación Zoológica de El Salvador (FUNZEL), Carlos Roberto Hasbún, figuran entre las principales formas de fragmentación de masas boscosas.

Este proceso de división ocasiona una reducción en las capacidades de desarrollo de la fauna, resalta el experto. Sin embargo, esa acción no afecta a todos los animales por igual.

El experto ilustra que las aves, por ejemplo, a pesar de que pierden su hábitat, pueden volar y establecerse en otro lugar y adaptarse, tal como sucedió con los pericones de El Espino.

A raíz de la urbanización de un sector de la finca, estos animales migraron. Ahora tienen tres nuevos dormitorios en las colonias de Antiguo Cuscatlán.

En cambio algunos animales —como reptiles, anfibios o mamíferos que requieren más espacio para cazar, alimentarse o reproducirse— no están dotados para movilizarse con rapidez a través de grandes extensiones de terreno. A muchos no les queda más que resignarse a sufrir alguna forma de estrés por falta de alimento o refugio así como exponerse a la contaminación por ruido o emisiones vehiculares.

Este fenómeno, de acuerdo con Hasbún, es conocido como “efecto borde”, y a la larga ocasiona comportamientos de endogamia, ya que las poblaciones que quedaron a cada lado de la vía comenzarán a reproducirse entre sí. “Esto produce consanguinidad nociva.” A la larga eso derivará en deformaciones orgánicas que posiblitarán que algunos animales sucumban ante las presiones externas.

Primeros impactos

En los últimos seis meses, el efecto borde en la finca El Espino ha comenzado a traducirse en número. Al menos 11 animales silvestres fueron recuperados en viviendas y terrenos aledaños al polémico bosque cafetalero. Los ejemplares fueron entregadas por la División de Medio Ambiente de la Policía a FUNZEL.

Entre los animales rescatados figuran una masacuata, un tucán, un puerco espín, una lechuza, dos gavilanes grises, dos iguanas y tres búhos. La lechuza, según Wendy Paniagua, bióloga del centro de rehabilitación para animales, murió a raíz de una severa deshidratación y un ala rota. El resto está en rehabilitación.

Pese a las obras civiles en la franja municipal del terreno, aún se pueden apreciar nidos de torogoces, ardillas, pájaros carpinteros deambulando en las cercanías de una poza de agua y algunas aves migratorias que se posan sobre las copas de los árboles. Sin embargo, estando dentro de la finca, a un kilómetro de la avenida Jerusalén, es audible el ruido vehicular.

Fauna
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especies, entre aves, mamíferos y reptiles, han sido contabilizadas en las 803 hectáreas que conforman la Finca El Espino.

Filtro atmosférico
La calidad del aire en los alrededores de la finca El Espino varió en un lustro, de acuerdo con informes elaborados por el laboratorio de la Fundación para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) y el programa ambiental SwissContact.

En la entrada a Santa Elena, en Antiguo Cuscatlán, el punto de medición más cercano a esta zona, los instrumentos reportaron concentraciones de dióxido de nitrógeno entre 87 y 47 millones de gramos por cada metro cúbico, entre 1998 y 2001, cuando la Organización Mundial de la Salud sugiere un límite de 40 microgramos por metro cúbico. Este es el principal componente del “smog”. La exposición a corto plazo en altos niveles daño las células pulmonares, mientras que la exposición a más largo plazo en niveles bajos causa cambios en el tejido pulmonar similares a un enfisema.

En cuanto a las partículas totales suspendidas, popularmente conocido como hollín, en abril de 1998 se reportó la mayor concentración: 260 microgramos por cada metro cúbico. Mientras que 2001, en febrero, hubo 160. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos sugiere como límite de 75.

Los automotores figuran entre las principales fuentes de contaminación. Mientras que ciertas especies de árboles son consideradas filtros naturales, por su capacidad de eliminar de la atmósfera los gases contaminantes que lanzan la industria y los parques vehiculares.

La finca El Espino, compuesta por muchas especies de sombra de café, está sujeta a una fuerte presión vehicular. En el año 2005 más de 72 mil automotores circularon entre en las cercanías de esta propiedad. Durante ese año y en esa zona, casi el 60% del tránsito correspondió a automóviles livianos de pasajeros y el 51% de los vehículos se dirigía de oriente a poniente.

Cementerio vegetal causó la tala del Ministerio de Obras Públicas en la franja municipal de la finca El Espino, para ampliar el bulevar Diego de Holguín.

Diferentes Hongos y líquenes fueron ubicados en las orillas de los senderos de la finca por un par de biólogas.

Efecto bordeLa apertura de la carretera en medio del bosque agrocafetalero ocasionó la migración de aves, reptiles y mamíferos. Las consecuencias del llamado “efecto borde” serán perceptibles a corto plazo.

Entre la hojarasca, la basura y el ripio que desconocidos llegan a lanzar al interior de la finca, vagan escurridizos mamíferos. Algunos son de especies aun no determinadas por los expertos.

Un perico se posa sobre las ramas desnudas de un árbol ubicado en uno de los sectores de la propiedad de las alcaldías de San Salvador y Antiguo Cuscatlán, donde varias administraciones han prometido un parque en honor de estos animales.

Flora llamativa se puede descubrir en medio de los senderos de este polémico terreno, acorralado por el desarrollo urbanístico.

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