Juan Carlos Portillo Alvarado, de 31 años, fue abatido a balazos el 27 de febrero de 2011, en su vivienda en San Miguel, mientras miraba televisión al regresar de la iglesia. Juan era policía y prestaba sus servicios como miembro de la división Rural en el cantón El Platanar, en Moncagua. Dejó en la orfandad a una niña.
Juan Carlos estudió en el Instituto Nacional Isidro Menéndez, en San Miguel. Durante su adolescencia, siempre se destacó como atleta, gustaba de salir en excursiones y practicó el montañismo. Había subido en tres ocasiones el volcán Chaparrastique. Antes de convertirse en policía trabajó en un taller como electricista. Dentro de la Policía sus jefes recuerdan a Juan Carlos como un agente activo, intachable. Unos días antes de su muerte había capturado a varios antisociales en El Platanar. Juan fue ejecutado en la misma zona, según las investigaciones, a manos de pandilleros, quienes utilizaron una Uzi, esas que son de uso privativo de la Fuerza Armada.
Un agente policial aplicado a su trabajo, interesado por realizar importantes capturas y dedicado a los oficios religiosos en la iglesia de su comunidad. Irónicamente pareciera que algunas de esas cualidades lo volvieron vulnerable al crimen. Según la misma PNC, la participación de Juan Carlos en capturas de presuntos miembros de pandilleros lo puso en la mira de sus homicidas. Lo mataron en su casa. Era su día de libre y descansaba en su mecedora. Dos personas participaron en el ataque. Uno de ellos, Roque Alberto Galdámez, de 25 años, un supuesto sicario, fue capturado y está en prisión por el crimen en espera del juicio.
El día en que sus familiares y sus amigos tuvieron que despedirlo recibió todos los honores por su destacada labor en el cuerpo policial. Su familia lo recuerda como el joven aventurero, interesado en las caminatas y en las visitas a nuevos lugares. Todo ese empeño, sus buenas intenciones, su decidido interés en arriesgar la vida por la seguridad de otros se borró de tajo el día en que el crimen lo alcanzó.
Afectados por su muerte, los miembros de la Policía Rural tienen que continuar con sus misiones y recorrer zonas con difícil acceso. Muchos de ellos ven en Juan Carlos un ejemplo de la labor que en el terreno se debe realizar. Lo recuerdan con respeto, como alguien honorable. Todo es igual en este lugar: existen las mismas amenazas y se necesitan de los mismos patrullajes. Un nuevo elemento fue asignado para ocupar, al menos en la PNC, el lugar de Juan Carlos.