El supervisor del CAM de Panchimalco fue condenado a tres años de trabajo comunitario por haber acosado a una subalterna. La abrazó, la intentó besar y luego le dijo que quería tener relaciones sexuales con ella. Como no aceptó, hubo represalias.
Ezequiel Barrera
El supervisor del Cuerpo de Agentes Municipales de Panchimalco, Ricardo Ponce, fue condenado a tres años de prisión por haber acosado sexualmente a una de sus subalternas el 13 de marzo del año pasado, según confirmó el Juzgado Cuarto de Sentencia de San Salvador, después de que LA PRENSA GRÁFICA solicitó, en tres ocasiones distintas, conocer la resolución.
La pena impuesta a Ponce, sin embargo, fue cambiada por tres años de trabajo comunitario en el municipio. La razón del cambio fue porque, según establece el Código Procesal Penal, las condenas de tres o menos años de prisión pueden ser sustituidas por otras sanciones, como trabajar en el ornato y aseo de parques o espacios públicos. Así lo explicó la oficina de comunicaciones del Centro Judicial Isidro Menéndez.
Según el testimonio que la víctima relató a LA PRENSA GRÁFICA en enero de este año, el acoso sexual ocurrió a las 8:30 de la noche del 13 de marzo de 2016, cuando la víctima se encontraba sentada detrás del escritorio de la comandancia del CAM, escribiendo las novedades del día en el libro de bitácoras, como era su obligación cada noche que tenía turno.
En ese momento, Ponce ingresó en la comandancia, apagó las luces, se acercó a la víctima, la rodeó con sus brazos desde atrás, acercó el rostro al de ella e intentó besarla en los labios.
La víctima, según dijo, se levantó de la silla, se liberó de los brazos de Ponce y le reclamó : “¿Qué le pasa, Ricardo? ¿Por qué hace esto?”
El supervisor le respondió que quería tener relaciones sexuales con ella. Luego de escucharlo, la víctima aseguró que se alejó y buscó el interruptor para encender la luz eléctrica. Luego le dijo que eso la incomodaba y abandonó la oficina de la comandancia.
Ponce la siguió y le dijo que todo lo que había ocurrido en esos minutos tenía que ser “un secreto entre los dos” y que iba a tener consecuencias si le decía a alguien o lo denunciaba.
Al ver que el supervisor la seguía, la víctima se encerró toda la noche en el cuarto de descanso.
En los días siguientes, después de denunciar lo ocurrido, la víctima dijo que el supervisor la enviaba a lugares peligrosos sin apoyo de otros compañeros y sin arma de fuego. Según la víctima, lo hacía en venganza de la denuncia.
La fiscal del caso, consultada por LA PRENSA GRÁFICA durante el proceso judicial, dijo que la víctima había sido sometida a interrogatorios para determinar si había mentido y que las pruebas revelaban que decía la verdad. Otra de las pruebas fue la documentación que acreditaba que la víctima y Ponce estaban de turno en la comandancia la noche del acoso.