Mi familia no estaba cerca. Cuando iba al parque con los niños, la gente me juzgaba al enterarse de que estaba embarazada porque sabían que no tenía pareja. Y yo no daba ninguna explicación acerca de lo que había pasado.
Sabía que me veían y hablaban de mí a mis espaldas. Los hijos de la amiga que vivía al lado estudiaban en la misma escuela de mis niños, y ella escuchaba los comentarios. Era muy difícil, no quería decirle a la gente que me habían violado.
La otra opción era que el embarazo era el resultado de una “noche loca” , y tampoco quería que me asociaran con ese comportamiento. Pero el menor de dos males. Dejar que la gente pensara lo que quisiera era lo más fácil.
Tampoco quería que nadie juzgara ni etiquetara al bebé. Y eso podía pasar si la gente se enteraba de lo que había pasado.
Creo que lo que me ha permitido lidiar con esta situación es que siempre he protegido a mi hijo. Si ese no hubiera sido el caso, pienso que no habría podido manejar la violación. Mi hijo es lo único bueno que dejó ese evento.
La primera vez que lo tuve en mis brazos, lo más impactante fue descubrir que tenía los ojos de su padre. Eso ha sido lo más difícil para mí. En el momento en el que los vi, la realidad me golpeó.
La similitud en los ojos de ambos ha aumentado en la medida en la que mi hijo ha ido creciendo.
Una de las cosas que más recuerdo de la violación, y creo que no es nada inusual, son los ojos, son muy particulares.
Catherine era madre soltera y ya tenía dos niños. Un día, una persona a quien consideraba un amigo, la violó, quedó embarazada y dio a luz. Durante años llevó su secreto a cuestas tratando de proteger a su hijo y asumiendo las consecuencias de la decisión que tomó. Le contó su historia a la BBC.
Catherine (*) quedó embarazada como consecuencia de la violación que sufrió por parte de un hombre a quien consideraba su amigo. Pese a lo ocurrido, decidió dar a luz al bebé.
En el texto que sigue explica por qué .
Era madre soltera y tenía dos hijos. Lo conocía. Habíamos sido amigos por un par de años, nos presentó un amigo en común.
Había sido honesta con él, le había dicho que no estaba interesada en ninguna relación amorosa y, por eso, nuestra amistad me hacía feliz.
Un día, estaba en su casa. Todo pasó rápido, fue como si un interruptor se prendiera. Sentí que se estaba acercando demasiado, no me sentía cómoda, así que traté de alejarme y empujarlo, con rapidez y contundencia.
Pero estaba subyugada y me congelé. Dejé de luchar. Él no dijo nada, solo se paró y se fue. Salió de su casa y se montó en el auto. No me dijo ni una palabra.
Caminé a casa. Estaba herida, pero no me di cuenta sino hasta mucho después. Creo que iba en piloto automático, solo quería ir a un lugar que sintiera como propio.
Había dejado a mis hijos con una amiga que vivía al lado, estaban dormidos cuando regresé. En mi casa no había nadie… fue un gran alivio. No hablé con nadie. Sentí que me iban a juzgar, que la gente iba a decir que yo me había puesto en esa situación o que había sido mi culpa.
Me sentí de esa manera porque lo conocía, creo que por esa razón no podía considerarse como una violación, no me atacó una persona en la calle, así que no lo denuncié a la policía.
Al día siguiente quise preguntarle por qué lo hizo, lo cual puede resultar extraño. Dijo que no recordaba lo que había pasado, pero no lo negó.
No tuve ninguna reacción, siendo honesta, creo que nunca lo hice. Siempre me he dedicado a mis hijos, así que me concentré en ellos.
Cuando supe que estaba embarazada, se lo dije. Esperaba que me dijera: “No es mi hijo”, no que lo reconociera. Nunca ha negado que es su hijo, pero tampoco ha reconocido las circunstancias en la que fue concebido.
Nunca consideré un aborto aunque sabía que era una opción, no es que esté en contra, creo que es una decisión personal. Pero sentía que el acto de matar al bebé iba a empeorar la situación y que iba a ser mucho más difícil vivir con eso que con las dificultades de criar a un hijo que no estaba en tus planes cuando ya tienes dos.
Fui muy egoísta, la verdad, no estaba pensando en la vida del bebé. No se trataba de una visión moralista, sabía que iba a ser más difícil para mí vivir no solo con la violación, sino también con el aborto.
Con toda honestidad puedo decir que la manera en la que fue concebido no ha afectado mi relación con mi hijo, al menos no conscientemente.
Si veo sus ojos y recuerdo lo que ocurrió, lo que tengo que tener presente es que no es su responsabilidad. Quizás tengo una reacción física, pero tiene que ver con el momento en el que todo pasó. Lo amo profundamente, así ha sido desde el día en el que nació.
Él no pregunta acerca de su padre. Cuando el tema se ha presentado ha sido en relación con la escuela por un proyecto que está haciendo sobre la familia. Le piden fotos, pero no puedo dárselas, en esos instantes he tratado de explicarle.
Empecé a hablar de lo que ocurrió hace pocos años, y solo lo he hecho con gente que conozco y que tiene una relación con mi hijo, así que lo que diga no afectará su interacción con él.
Cualquier cosa que decidas en una situación como la mía, será un reto. Si das al niño en adopción, si optas por un aborto o si continúas con el embarazo, tu vida se verá impactada de una u otra forma.
En cualquier caso, siempre habrá una consecuencia dolorosa. Tanto para uno como para el niño. Hubiera sido terrible no ser capaz de lidiar con lo que pasó o de darle a mi hijo el amor que necesita.
A veces me siento muy sola, no es fácil. Pero para mí lo importante es recordar que lo que me hizo daño fue la violación, pero que ese evento dejó algo positivo: mi hijo.
Hasta cierto punto, la soledad será una consecuencia de cualquiera de las decisiones que se tome. Al menos para mí hubo algo maravilloso, y eso me ayudó. Pero no es una opción que necesariamente funcione para otras personas en la misma situación.
(*) El nombre de la protagonista de esta historia se cambió para proteger su identidad.