Marina colocó el veneno dentro de unos vasos y los llenó de jugo. Las bebidas estaban preparadas para sus cuatro hijos y para ella. La puerta de su casa estaba abierta y una muchacha la observó. “Vos sos bonita y estás joven, ¿por qué le aguantás tanto a ese tipo?”, recuerda que le dijo la mujer.
Han pasado 19 años desde ese día y Marina no sabe quién fue la que llegó a su casa ese día. Ella solo dice que ese comentario fue suficiente para repensar la idea del suicidio. Le dio vuelta al contenido de los vasos y empezó a echar agua para que no quedara rastro del jugo mortal.
Marina creció en San Juan Nonualco y conoció a los 17 años a la pareja con la que convivió dos décadas. “No hubo noviazgo ni enamoramiento”, cuenta. “Un día mi mamá me dijo ‘vas a ir con él a San Salvador’. Y como todas le obedecíamos, me vine. Él me llevó a un mesón y ahí me tuvo. Y yo pensé que era normal que a ti te pegaran en la noche y que en el día estuvieran encima de ti”.
“Él en varias ocasiones me dijo: ‘Si vos me denuncias, te voy a cortar la cabeza y la voy a ir a sembrar en un puente. La voy a dejar ensartada como ejemplo para que las mujeres respeten a los hombres’”, relata Marina.
Soportó el maltrato durante 20 años, hasta que un día de 1998 decidió denunciarlo ante la Procuraduría General de la República (PGR). Ese mismo año se creó en la PGR un grupo de autoayuda de mujeres. El grupo es una red de apoyo para quienes pasan por experiencias similares.
“Al grupo le pusimos El Despertar de las Mujeres. Así fue nombrado porque yo estuve dormida 20 años. ¿Qué fue de mí? ¿Por qué aguanté tantos golpes, violaciones, insultos?”, se cuestiona Marina.
El grupo de autoayuda sigue activo. Este jueves de noviembre un puñado de mujeres ha formado un círculo en el auditorio de la PGR. Ahí hablan de sus vidas y el maltrato. Unas ya dejaron a sus parejas y otras siguen viviendo con sus agresores.
Ahora Marina tiene 59 años, es dueña de su propio negocio y es independiente económicamente. Y aunque ya pasaron 19 años desde el día en el que denunció a su pareja, sigue asistiendo al grupo de autoayuda. Ahí ella conoce a las mujeres que recién denuncian a sus compañeros de vida e incluso las acompaña a sus trámites legales.
“Él en varias ocasiones me dijo: ‘Si vos me denuncias, te voy a cortar la cabeza y la voy a ir a sembrar en un puente. La voy a dejar ensartada como ejemplo para que las mujeres respeten a los hombres’”, relata Marina. Soportó el maltrato durante 20 años, hasta que un día de 1998 decidió denunciarlo ante la Procuraduría General de la República.
De acuerdo con la memoria de labores de la PGR 2015-2016, en ese periodo se realizaron 383 reuniones de grupos de autoayuda a escala nacional. El personal de la PGR funciona como facilitador de la experiencia.
Una de las mujeres que también asiste a este grupo es Diana. Su verdadero nombre es otro, pero ha pedido que su nombre real no sea publicado. Ella era una adolescente cuando conoció al hombre con el que tuvo cuatro hijos.
El primer hijo no fue planeado y su pareja se molestó con ella por el embarazo. Después vinieron tres más. “Tal vez no se concibieron con amor, sino que con violencia, pero ellos no tienen la culpa. Así que los amo”, dice. Luego cuenta que hubo un momento en el que creía que las violaciones y golpes eran lo natural en una relación de pareja.
“Yo le consultaba a mi mamá y le decía: ‘¿Y eso es normal?’, y como mi mamá sufrió una violencia peor que la mía, ella decía: ‘Sí, hija, tu papá así era’. A veces me agarraba del pelo y me tiraba al suelo como que trapeaba conmigo. No pude salir de la casa como unos cuatro años. Bien tremendo, cuando él llegaba todavía me revisaba la ropa interior para ver si había estado con alguien. Era algo bien humillante”, narra.
Ella asegura que estaba deprimida por el maltrato e intentó suicidarse varias veces. Un intento lo realizó con un lazo, pero uno de sus hijos la encontró a tiempo. En otra ocasión se encerró en un cuarto e intentó suicidarse consumiendo varias pastillas. Y otra vez, uno de sus hijos entró a la fuerza y la detuvo.
“Yo le consultaba a mi mamá y le decía: ‘¿Y eso es normal?’, y como mi mamá sufrió una violencia peor que la mía, ella decía: ‘Sí, hija, tu papá así era’. A veces me agarraba del pelo y me tiraba al suelo como que trapeaba conmigo. No pude salir de la casa como unos cuatro años. Bien tremendo, cuando él llegaba todavía me revisaba la ropa interior para ver si había estado con alguien. Era algo bien humillante”, narra.
El informe sobre hechos de violencia contra las mujeres elaborado por el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública en conjunto con la Dirección General de Estadística y Censos incluye a los suicidios dentro de la violencia feminicida “por tratarse de muertes prevenibles”. Dicho documento sostiene que estos casos “son el resultado de violaciones a sus derechos humanos”.
Ya que Diana creía que el maltrato en la pareja era normal, solo denunció a su compañero de vida cuando él golpeó a uno de sus hijos. El proceso se realizó por la vía penal y él fue encontrado culpable. Se separaron y el padre de los muchachos recibió medidas sustitutivas a la cárcel.
Cuatro años después de haber iniciado un proceso legal en contra de quien fue su pareja, Diana se encuentra, ilusionada, pensando en el futuro. Se convirtió en vendedora informal y este año ya hizo un préstamo. Hace unos días compró ropa para vender en la temporada navideña. Ella se siente distinta: “Soy una mujer diferente. No voy a dejar ya que nadie me maltrate. Hoy salgo a la calle y yo me siento hasta grande”.