Muchas mujeres sufren este tipo de violencia en el ámbito laboral salvadoreño. El acoso laboral y sexual, la discriminación y los despidos por embarazos son algunos tipos de acoso laboral, que en la mayoría de casos no se denuncia por miedo a represalias.
Edwin Teos
La violencia laboral es un problema que aparece muy poco en las estadísticas oficiales. De hecho, muy pocas denuncias de este tipo se contabilizan en los datos que registran las instituciones públicas. La violencia laboral es definida como “acciones y omisiones contra las mujeres, ejercidas de forma repetida y que se mantiene en el tiempo en los centros de trabajo públicos o privados, según un documento de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA).
El acoso laboral, acoso sexual y la discriminación son algunos tipos de violencia laboral que, en la mayoría de casos, no son denunciados porque las víctimas temen ser despedidas de sus trabajos. Por ejemplo, uno de los casos más recurrentes es el despido de mujeres embarazadas.
“No lo denuncié porque yo a él (el jefe) le tenía miedo, porque es muy explosivo, agresivo y ofensivo. Nos amenazaba con despedirnos solo por cometer errores hasta por un tuit”.
Carla, exempleada de una institución pública del país
Según las estadísticas del Ministerio de Trabajo y Previsión Social (MINTRAB), 60 mujeres denunciaron ante la institución despidos por embarazo en 2016, y hasta octubre de este año han sido 108 las denuncias interpuestas por este caso. Otras cifras del MINTRAB indican que por acoso laboral se recibieron –tanto de mujeres como de hombres– un total de 60 denuncias en 2016, y hasta octubre pasado se registraron 46 casos.
“Muchos de los casos que llegan a las instituciones, que lo supervisan, es porque ya son considerados como graves. Muchas veces cuando se cree que es un acoso leve, las personas ni siquiera lo denuncian. La mayoría de mujeres hacen las denuncias cuando ya no pueden controlar la situación o cuando ya se encuentran despedidas. Pero las personas que aún trabajan no denuncian por miedo a que el proceso termine en un despido”, opina la coordinadora del Programa de Derechos Laborales y Económicos de ORMUSA, Carmen Urquía.
Un caso representativo de violencia laboral es el de una exempleada de una empresa pública del país que fue despedida a su regreso de la licencia por embarazo. La exempleada –a quien llamaremos Carla para mantener su anonimato– comentó algunos de sus problemas que vivió cuando trabajó en la institución pública.
“A mí él (un hombre con un cargo de alta jefatura) siempre me exigía un montón. Todos los trabajos tienen su carga laboral, pero yo sentía que se sobrepasaba conmigo. Cuando yo salí embarazada, él me decía que a mi regreso tenía que estar igual de ‘figurita’ que como entré. Y que si no regresaba igual, mi esposo ya no me iba a querer así. Ese comentario me pareció fuera de lugar, porque yo no le había dado la confianza de hablar cosas personales en el trabajo”, expresó.
“Cuando hacíamos reuniones con personas de agencias, él me callaba enfrente de ellos, porque no le gustaba que una mujer le dijera lo que tenía que hacer. Además, yo no era el estereotipo de mujer que él quiere que vean a su lado. Yo tenía otra compañera a quien le exigían usar vestidos pegados. Él nos hacía comentarios a ambas de que teníamos que enseñar más y ser más provocadoras al momento de vestirnos”, agregó Carla en su testimonio.
Según el informe “El Salvador: la violencia laboral contra las mujeres. Desafíos para la justicia laboral”, elaborado por ORMUSA, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) indica que entre enero de 2014 a diciembre de 2016 apenas 12 mujeres denunciaron acoso laboral, una cifra que representó el 75 % del total de denuncias recibidas por dicha infracción en esta instancia del Estado.
Otro tipo de violencia en los lugares de trabajo es el acoso sexual. El Código Penal salvadoreño, en su artículo 165, define el acoso sexual como: “realizar conducta sexual indeseada por quien la recibe, que implique frases, tocamiento, señas u otra conducta inequívoca de naturaleza o contenido sexual y que no constituya por sí sola un delito más grave”.
Carla también explicó que tuvo problemas de acoso sexual con su jefe. “Tuve un problema con mi jefe porque en una fiesta… él es una persona a quien le gusta sobrepasarse con las mujeres. Por eso es que en las fiestas (institucionales) yo me escondía de él. Pero en una fiesta él me tocó… me apretaba, y enfrente de todos los presentes me dio un beso en la mejilla. Juro que esa es una de las cosas más feas que me han pasado ahí (su antiguo lugar de trabajo)”, sostuvo.
“No lo denuncié porque yo a él le tenía un poquito de miedo, porque es muy explosivo y agresivo. Sus regaños siempre eran muy ofensivos. Me molestaba que nos amenazaba con despedirnos por cometer errores hasta por un tuit”, agregó Carla.
ORMUSA considera, en su informe, que la cantidad de denuncias por acoso sexual realizadas por mujeres en El Salvador no representan la totalidad de casos ocurridos. “Es por esto que la cantidad de denuncias interpuestas a las entidades de la cadena de justicia y seguridad es mínima. Es importante reconocer que el proceso personal que lleva una mujer para tomar valor e interponer una denuncia no es fácil, que está cargado por temores a no ser tomada en serio por las instituciones y a sufrir revictimización”, añade el documento.
“Está claro que la violencia laboral en El Salvador es un tema que todavía es poco abordado”, complementó Carmen Urquía, de ORMUSA.
12
mujeres son las únicas que han denunciado, ante la Procuraduría de los Derechos Humanos, casos de discriminación laboral
entre 2014 y 2016.
42.8%
de las denuncias y avisos por discriminación laboral recibidas por el Ministerio de Trabajo, entre 2014 y 2016, fueron hechas por mujeres.
653
es el número de mujeres víctimas de acoso sexual, según datos de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) del periodo de enero de 2014 a diciembre de 2016.