El zoológico que alegró y entristeció a los salvadoreños

Esta es la historia de un zoológico nacido hace más de 100 años y crecido en un país convulsionado, violento, e incapaz de priorizar los espacios públicos, culturales y de entretenimiento. Al Parque Zoológico Nacional, los salvadoreños lo han llevado en el corazón, pero también en la pesadumbre.

El inicio del zoológico de los salvadoreños

El Parque Zoológico Nacional ha sido por décadas uno de los destinos turísticos urbanos y educativos de los salvadoreños y, en especial, de los capitalinos. Más allá de las polémicas en las que ha estado envuelto en los tiempos recientes, el parque ha visto crecer varias generaciones de niños que ahora llevan en sus memorias más de algún preciado recuerdo de su visita. Esta es la historia de cómo inició el hogar de la fallecida elefanta Manyula.

Por Paola Zúniga

La historia de cómo inició el proyecto de lo que hoy conocemos como Parque Zoológico Nacional (PZN) se remonta a los años 1800; puntualmente, el punto de partida se sitúa en el año 1883. Fue entonces cuando inició la construcción del entonces primer parque que albergaría animales de diversas especies para ser exhibidos al público. En la construcción colaboró el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán (MUNA).

Las autoridades actuales del zoológico desconocen la fecha exacta en que abrió al público este primer parque, y tampoco con qué animales contaba. Sin embargo, se sabe que, a partir del año 1900 se le conoció como Jardín Zoológico, y estaba ubicado en el parque Venustiano Carranza, anexo a la ex-Casa Presidencial, en barrio San Jacinto de San Salvador.


Ahí funcionó casi medio siglo hasta que, entre los años 1940 y 1950, se efectuó su traslado a la exfinca Modelo, donde todavía permanece.

En 1950, dio inicio la construcción de los recintos que albergarían a una diversidad más amplia de animales de la que se tenía hasta entonces en el parque.

Todos los recintos fueron adaptados de acuerdo a las necesidades de cada animal. Además, se construyeron áreas para las oficinas administrativas, cafetería, entre otros.

El 26 de mayo de 1953, durante la presidencia del Teniente Coronel Oscar Osorio, se terminaron las construcciones del parque y abrieron sus puertas al público el 23 de diciembre del mismo año, con 208 animales de diferentes especies.

Al momento de la inauguración, y durante sus primeros años, la entrada fue gratuita. Sin embargo, para la década de los 90, se empezó a cobrar el ingreso al refugio de animales. El precio de las entradas rondaba entre 0.25 y 0.75 centavos de colón, es decir, lo que hoy serían entre 0.03 y 0.09 centavos de dólar.

Entre los animales que habitaban en el Zoo cuando este abrió sus puertas al público estaban algunos felinos, venados, cotuzas, entre otras especies pequeñas.

El 29 de junio de 1955, el zoológico se hizo del primer contingente de animales exóticos comprados. En esa adquisición venía la que fuera uno de los animales más queridos y representativos del parque: la elefanta Manyula.

Esta es la lista de los animales y precios de la primera compra que hiciera el zoo salvadoreño:

  • Una elefanta, 3 años de edad: 1,700 colones.
  • Dos cebras Grant, 1 año y medio de edad, masculino y femenino: 800 colones.
  • Dos antílopes Elan, 1 año, masculino y femenino: 700 colones.
  • Dos antílopes Gru, 1 año, femeninos: 300 colones.
  • Un camello, 1 año, masculino: 400 colones.
  • Dos camellos, 1 año, femenino y masculino: 600 colones.
  • Dos tigres de Bengala, joven adultos, masculino y femenino: 900 colones.
  • Dos canguros Benett, 2 años de edad, masculino y femenino: 150 colones.
  • Dos mandriles Bamadryas, 5 años, masculino y femenino: 75 colones.
  • Dos carneros, 1 año, masculino y femenino: 150 colones.

Con este nuevo lote de animales, la administración del recinto tomó la decisión de construir una infraestructura con un diseño paisajístico para que los especímenes comprados pudieran adaptarse conforme a su hábitat natural, según explicó la jefa de educación de Parque Zoológico Nacional, Regina Cruz. En esos años, fue el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA), institución encargada del parque, quien hizo todos los trámites para la compra de los animales. El zoológico como tal, lo único que hacía era solicitar la información respectiva de cada espécimen para poder asignarlos en los recintos correspondientes.


Todo esto ocurría mientras en El Salvador se librara una cruenta guerra civil. Durante los 12 años que perduró el conflicto armado en el país, el parque mantuvo sus puertas abiertas. Pese a los distintos problemas derivados de guerra, el refugio de animales no sufrió mayores consecuencias. En cambio, hubo bastante vigilancia para evitar posibles daños.

“En los tiempos de la guerra, la zona del zoológico no fue afectada porque los grupos de la guerra se mantenían en lugares boscosos. Incluso, las instalaciones del zoo sirvieron para los alumnos de biología de la Universidad de El Salvador (UES) para recibir clases cuando la universidad estaba cerrada”, comentó Cruz.

El 2008 fue el último año de compra para el PZN. Los animales que llegaron en los años siguientes eran nada más a través de intercambios. “Nosotros tenemos excedentes y los demás zoológicos también tienen excedentes que nos interesan, entonces hacemos el intercambio. Son animales que han vivido en cautiverio y no hay problema en que se adapten a otro recinto”, aseguró Cruz.

El refugio de animales salvadoreño tiene contacto con todos los zoológicos de Centroamérica, aunque los intercambios que más realizan son con Guatemala por la cercanía en que se encuentran ambos países. Con esto, tratan de buscar siempre la seguridad de los animales durante el viaje de traslado.

Los días de gloria del Parque Nacional Zoológico

Aunque en los últimos años el parque ha estado involucrado en diversas controversias y señalamientos por constantes muertes de animales, falta de recursos y precarias condiciones, el PZN tuvo sus días de gloria en los que muchas familias salvadoreñas disfrutaban de visitar el refugio para ver la variedad de animales que este tenía. Según las autoridades encargadas del parque, hasta el año 2000, el parque vivió sus mejores días.

Eso fue posible gracias a que, en primera instancia, el parque dependía muchos menos del Estado: había un poco más de libre gestión, los fondos designados eran más altos y podían comprar con libertad más animales.

Otra de la razones es que recibían algún apoyo de la empresa privada. Cuidadores del parque aseguran que la empresa Industrias Sintéticas de Centroamérica, S.A. (Insinca) financió hace algunos años la construcción de un recinto. En algunas bancas todavía hay logos pintados del extinto Banco de Comercio. Incluso hay unos basureros con publicidad de una droguería. Todos, patrocinios, donaciones y apoyos.



La bonanza del zoo era notable de diferentes maneras. Algunos cuidadores se capacitaron fuera del país. Luego, con el paso del tiempo comenzaron a restringirse estas prestaciones y la dinámica de trabajo fue cambiando, explicó Regina Cruz.

Las autoridades del parque aseguran que los mejores años fueron entre 1955 y hasta el 2000, especialmente en el aspecto financiero. Aunque, para los ojos de los salvadoreños, lo más evidente y apreciado era poder ver y tomarse fotografías frente a los recintos de los animales emblemáticos, la mayor parte de los cuales ya murieron.


El parque olvidado por las autoridades


La controversial muerte del hipopótamo “Gustavito” fue una sacudida para la Secretaría de Cultura (SECULTURA) y para los encargados del Parque Zoológico Nacional (PZN). La misma titular de cultura lo afirma así. Antes de eso, asegura, el zoológico permanecía relegado de las prioridades de las todas las administraciones de la Secretaría, entre otras cosas, porque su perfil “nada tenía que ver con el quehacer artístico o cultural”.

Por Silsa Pineda y Paola Zúniga

El Parque Zoológico Nacional ha estado prácticamente “abandonado” por parte de todos los titulares que han dirigido la Secretaría de Cultura de la Presidencia (SECULTURA). Fue hasta la noche del domingo 26 de febrero de 2017, fecha en que murió el hipopótamo “Gustavito” -después de varios días de agonía-, que el zoológico y SECULTURA vieron la necesidad de tomar decisiones radicales en el parque.

“Tal vez la atención (al zoo) no había sido buena de parte de los titulares. (Esa muerte) Nos hizo darnos cuenta que necesitamos intervenir de manera más consciente en la transformación del zoológico. Para mí eso inicia en 2009, con la decisión de ya no comprar animales”, ha dicho, como si de una confesión se tratara, Silvia Elena Regalado, secretaria de Cultura.

Las diversas muertes, polémicas y la negligencia –de la que los mismos empleados del parque acusan a la administración de turno- han socavado la imagen de un recinto que debería de ser de atractivo familiar, y de fines educativos y culturales. Cada año, el zoo suele recibir en promedio la visita de 400,000 personas. Luego de la muerte de Gustativo, la afluencia de visitantes se redujo 30%.

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Las protestas y las voces a través de las redes sociales se alzaron después del irresuelto fallecimiento del hipopótamo. No era la primera muerte en circunstancias cuestionables, así que la idea del cierre definitivo del zoológico fue una de varias mociones que los salvadoreños sugirieron, en medio de la indignación y el repudio que el hecho generó en el país.

Sin embargo, cerrar no es una opción viable por la cantidad de animales que viven ahí; 501 para ser precisos. Al menos así lo considera el director del PZN, Vladlen Henríquez, quien explica que los animales en cautiverio ya no pueden vivir en vida silvestre, pues dependen de la dieta que los humanos les proveen. “Si el parque se llegara a cerrar, el gobierno hará un gasto que no producirá reingreso. Tendrían que esperar hasta que el último animal muera pero, en todo ese tiempo, va a ser un gasto para el Gobierno”, argumenta el director.

Conflictos internos en el zoológico

La mayoría de las opiniones negativas acerca del PZN han derivado principalmente de las muchas muertes de animales emblemáticos como la elefanta “Manyula”, la osa “Melosa” y el hipopótamo “Alfredito”. Estas han tenido en común circunstancias de aparente descuido, negligencia y vulnerabilidad.

 

Sin embargo, la ya deteriorada imagen del zoológico tocó fondo con la extraña muerte de “Gustavito”. Peor aún fue el hecho de que las explicaciones oficiales del fallecimiento tenían más de una versión, había contradicciones y, nuevamente, salió a flote los roces internos entre empleados y administrativos.

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En su momento, la Secretaría de la Cultura y la dirección del zoológico explicaron públicamente que un grupo de vándalos ingresó por la noche al zoológico y atacó a “Gustavito”. A raíz de la agresión, al hipopótamo se le complicó la parte gástrica, lo cual le provocó una hemorragia pulmonar aguda que lo llevaron hasta la muerte, afirmaron. Los empleados sindicalizados, sin embargo, aseguraron que el hipopótamo tenía al menos 15 días de estar enfermo y que su salud se complicó hasta el fatal término.

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Cultura (SITRAMEC) y el Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras de la Secretaría de Cultura (SITRASEC) han denunciado en más de una ocasión la mala administración y cuidado de los animales, por lo que exigen constantemente la destitución de Virna Ortiz, veterinaria; Raúl Miranda, encargado de biología, y de Vladlen Henríquez, director.

De acuerdo con una publicación del 3 de marzo de 2017 en LA PRENSA GRÁFICA, uno de los miembros del sindicato que pidió el resguardo de su identidad dijo: “De no cambiar a estas personas -Ortiz, Miranda y Henríquez-, los males van a seguir aquí (en el zoológico)”.

Esa no fue la primera ocasión en que surgieron este tipo de denuncias, pues ya había sucedido con las muertes de otros animales emblemáticos, durante las administraciones anteriores. En julio de 2004, cuando murió “Alfredito”, los sindicatos pidieron la destitución del director del zoo, que en ese período era Mario Guevara.

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En noviembre de 2005, a raíz de la muerte de la osa Melosa, los empleados del parque hicieron un paro de labores para exigir el despido de Guevara y el “traslado a otra institución del veterinario y del enfermero que atienden a los animales”.

Sobre las demandas actuales, Henríquez opina que los sindicatos “no se pusieron a pensar que, al decir que había negligencia, esta empezaba desde sus dos compañeros cuidadores porque, en dado caso la versión de ellos sobre “Gustavito” fuera cierta, que venía enfermo de hace 15 días, ¿por qué no avisaron?”.

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La secretaria Regalado ha preferido ofrecer una postura más conciliadora. Dice que le gustaría, en algún momento, instalar una mesa de diálogo con los sindicatos. “Es tan importante la labor que hace un biólogo o un veterinario, que ha tenido la formación en la universidad, como la labor que tiene un cuidador por su experiencia”, argumenta.

La “sacudida” que abrió los ojos al descuido del parque

Ni los directores que han estado al frente de zoológico ni los titulares de SECULTURA veían la necesidad de dar al parque un seguimiento cercano y periódico. Así lo afirma la secretaria de Cultura.

“Lo de Gustavo fue una situación que nadie se esperaba y que obligó a replantear el manejo del parque. Nunca pensamos que algo así iba a pasar”, valora por su parte el director.

“La crisis nos ayuda a ver las necesidades y la manera de cómo hacer para que el parque no sea cerrado. No lo consideramos que sea justo para los animales ni para nadie”, agregó Regalado. Ambos coinciden que la penosa defunción de “Gustavito” fue una “sacudida” para las autoridades.

A raíz de todos estos acontecimientos, SECULTURA y el Zoológico Nacional han presentado lo que esperan sea la “reingeniería” de todo el parque, que incluye una auditoría interna, algo que nunca antes se ha hecho, y un plan de seguridad.

“La auditoría interna nos servirá para identificar deficiencias, debilidades, fortalezas dentro de los procesos y corregir. Además, arrojará mejores resultados para nosotros que nos permitirán tener un mejor diagnóstico de la situación del parque zoológico”, aseguró la secretaria de Cultura.

De hecho, según el director Henríquez, la auditoría concluyó la primera semana del mes de junio de 2017. Ahora esperan los resultados y recomendaciones para dar a paso a la fase de desarrollo del plan.

Por otra parte, el proyecto de seguridad incluye la gestión con la empresa Seguridad de El Salvador y Limpieza (SEGUSAL) de 22 cámaras de vigilancia para instalarlas en puntos estratégicos de los recintos de animales. Actualmente, el zoológico cuenta con ocho cámaras en toda el área del parque, que se extiende a ocho manzanas de terreno. Estas están ubicadas en la zona del parqueo, colecturía, entrada, la parte de la clínica veterinaria y la cocina. No hay, por ahora, ni una cámara que apunte a cualquiera de los recintos de los animales. Si Gustavito hubiera tenido una cámara de vigilancia que le apuntara, sería fácil comprobar el supuesto ataque del que fue víctima aquella noche.

Además, el plan de reingeniería buscará que el personal del refugio de animales se capacite periódicamente en congresos para mejorar la atención de animales que habitan en el parque. Las capacitaciones se impartían con regularidad en los años de bonanza del parque, antes de 2000, pero eso prácticamente se eliminó con el paso del tiempo.

Otro proyecto bastante ambicioso es que el zoológico entre a un proceso de acreditación en la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios (ALPZA). Henríquez explica que esta asociación es un certificado mundial en la que distintos zoológicos buscan acreditarse. Es el organismo regional más importante que tiene a las más prestigiosas e influyentes instituciones zoológicas de Latinoamérica, agrega. La auditoría les permitirá, aspiran, cumplir con los requisitos de la acreditación.

Su función es facilitar la asociatividad de sus miembros, así como promover su desarrollo integral, con enfoque en la conservación de la biodiversidad, el bienestar animal y la educación ambiental, se explica en la página web de ALPZA.

SECULTURA y el PZN han entrado en un proceso de transformación que, según Regalado, pretende devolver al parque parte de la filosofía de sus orígenes: proteger y conservar la fauna silvestre, tanto la que tiene, como la nativa del país.

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“Con este cambio se espera reforzar el carácter educativo, lúdico, investigativo y el banco de genes del parque con relación a las especies que están en peligro de extinción”, dice la titular de cultura.

En 2010, luego de la muerte de Manyula, se vio en la necesidad de redefinir el papel del único parque estatal que exhibe animales vivos. El zoológico pasaría de ser un lugar de exhibición de animales exóticos a uno donde se pudiera contemplar la fauna de Mesoamérica (región del continente americano que comprende la mitad meridional de México, Guatemala, El Salvador, Belice, la zona occidental de Honduras, Nicaragua y Costa Rica).

De acuerdo con una publicación de LA PRENSA GRÁFICA del 22 de noviembre del 2010, aquella propuesta estaba planeada para realizarse en dos años de investigación y la implementación tendría una inversión de $250,000, que se buscarían en Cooperación Internacional. La Secretaría aportaría además $300,000 dólares, los cuales se utilizarían para elaborar la propuesta de contenido.

Con esta transformación, la Secretaría y el Zoológico pretendía ampliar el rango de visita en diversos niveles educativos, y profundizar sobre las razones para asistir al parque. Esto nunca ocurrió.

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Luego del reconocimiento de SECULTURA y el PZN sobre los fallos y el abandono que han tenido hacia al refugio de animales, la nueva propuesta de reingeniería del recinto es por ahora un proyecto en papeleo, al igual que ha habido otros. La secretaria de Cultura manifestó que es un deber como institución que tienen ante la sociedad y el gobierno de trabajar una cultura diferente en relación con los animales.


Charly, el hombre que jugaba con Alfredito y vio envejecer a Manyula


El Parque Zoológico Nacional ha sido por décadas uno de los destinos turísticos urbanos y educativos de los salvadoreños y, en especial, de los capitalinos. Más allá de las polémicas en las que ha estado envuelto en los tiempos recientes, el parque ha visto crecer varias generaciones de niños que ahora llevan en sus memorias más de algún preciado recuerdo de su visita. Esta es la historia de cómo inició el hogar de la fallecida elefanta Manyula.

Por Silsa Pineda

Carlos Córdoba ha dedicado cuatro décadas de su vida a trabajar en el área de veterinaria en el Parque Zoológico Nacional. Vio crecer a la elefanta india Manyula y jugó con el hipopótamo Alfredito. En sus manos han estado muchos animales que han llegado al zoo por decomisos o donaciones.

Carlos o “Charly”, como le llaman en el parque, comenzó a trabajar en el área de veterinaria del zoológico en 1977. “Decidí estudiar veterinaria en la Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer (USAM). No egresé. Me quedé en el tercer año y medio. Así empírico y con la experiencia de los años uno va agarrando el ritmo del trabajo o del área de uno”, comentó Charly.

De los trabajos más complejos que hacen los veterinarios del Parque Zoológico Nacional (PZN) son las capturas de animales para darles tratamiento. Carlos tuvo su primera experiencia capturando a un par de monos. “Aquí todos tenemos tremendas mordidas por animales”, contó Córdoba


En una ocasión se le escapó un león. El felino corrió hacia dentro de las instalaciones del zoológico y los cuidadores se apresuraron a cerrar el portón por si acaso el león intentaba salirse.

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Año con año, Carlos Córdoba fue aprendiendo más sobre medicina veterinaria y, más allá de los cuidados, surgió en él un sentimiento de afinidad y cariño por los animales al verlos tan inocentes y dependientes del personal del parque. Carlos considera que “no todos los cuidadores llegan a tener afinidad con los animales. Unos lo hacen solo porque es su trabajo. En mi caso, lo hago porque me encanta.”

Es notable que su experiencia le ha permitido una conexión con los animales. Alfredito, el hipopótamo, fue con quien más cercanía tuvo Charly. “Jugábamos afuera. No lo tenía amaestrado, pero hacía caso a mis indicaciones con silbidos o palabras. Yo lo sacaba del agua, lo metía al agua de nuevo, hacía tumbos y así jugábamos.”

Carlos recuerda que cuando llegó a trabajar al recinto, el zoológico tenía poca infraestructura. No había un área de alimentos, porque cada cuidador debía preparar las dietas de su área y luego llevarlas. Ahora hay un lugar específico donde se hacen las dietas de toda la fauna, listas para entregar en los comederos. Tampoco había un laboratorio, comentó Córdoba, pero con las remodelaciones de 1997 y 2008 se construyó el laboratorio clínico. Además, se construyó una cafetería que se ubicó fuera de los recintos de animales para que los visitantes ya no les dieran comida, pues ya en 1997 había muerto la osa Mimosa por ingerir un jugo de caja y bolsas plásticas.

A lo largo de esas cuatro décadas de trabajo, Charly ha tenido que ver y a veces sufrir la muerte de muchos animales, entre ellos su amado Alfredito. Estas, sin embargo, no han sido las únicas. Él también tuvo que sobreponerse al fallecimiento dos compañeros cuidadores, lo que también significó aprender que, aunque la elefanta era muy querida por todos, también tenía un lado peligroso del qué cuidarse.

“Tuvimos la pérdida de dos compañeros que los mató Manyula. A uno de ellos, la elefanta lo golpeó con el moco. El hombre voló como cinco metros y llegó ella a ponerle la pata encima”, comentó Carlos con pesar. Lo mismo sucedió con el segundo cuidador. Cuando el señor abrió la puerta del recinto, Manyula golpeó con el moco la puerta y la puerta le pegó al cuidador, que luego murió.


La vida de Charly ha transcurrido por todos los recintos donde ha aprendido sobre los animales en cautiverio. No se arrepiente de haber comenzado a trabajar en el parque hace cuarenta años. “El zoológico es una institución única en su tipo. No estamos las ocho horas en cuatro paredes. Podemos andar libres en el parque. Uno no se aburre”, comentó Carlos mientras acariciaba a una cría de venado cola blanca.


Las muertes que ensombrecieron el parque familiar



Las muertes de animales icónicos han sido un problema con el que cada administración del Parque Zoológico Nacional (PZN) ha debido lidiar. La credibilidad y capacidad de los administradores del lugar han sido blancos de fuertes críticas, y con cada fallecimiento vuelve la voz que pide, incluso, el cierre del recinto. Las preguntas alrededor de estos decesos no siempre han tenido respuesta.

Por Paola Zúniga y Silsa Pineda

Negligencia, descuido, incapacidad, desinterés. Las acusaciones que recaen sobre la administración del Zoológico Nacional, cada vez que un animal ha muerto en circunstancias extrañas, son muchas.

El peso de la indignación, el asombro y la tristeza de los salvadoreños ha pasado factura al parque, que no siempre ha sabido explicar con claridad qué ha pasado con los animales que no muerto, no por vejez u otras causas naturales, sino en situaciones cuestionables.

Las dudas las han alimentado los mismos empleados del zoológico, que con cada tragedia han dejado a la vista la división que existe al interior del lugar.

Un caso ejemplo de esto ocurrió el 25 de noviembre de 2005, cuando la Asociación de Trabajadores del Ministerio de Educación (ATRAMEC), a la que se afilian los empleados del Zoo, efectuó un paro de labores a causa de la muerte de la osa Melosa. En esa ocasión, Alberto Valencia, jaulero del parque, dio a LA PRENSA GRÁFICA una declaración crítica y controversial: “Aquí cada animal que cae enfermo es casi seguro que va a morir”.

Otro de los más recientes y también polémicos decesos fue el del hipopótamo Gustavito, en febrero pasado. La administración del Zoológico, la Secretaría de Cultura y los trabajadores ofrecieron diferentes versiones sobre la muerte, que incluían un ataque vandálico al animal, perpetrado por desconocidos, y el fallecimiento por una enfermedad que se descuidó hasta ser fatal.

En esa ocasión, nuevamente los empleados del parque destacaron la palabra “negligencia” en relación a la muerte de Gustavito. Un trabajador del zoológico que pidió resguardar su identidad manifestó, el 3 de marzo de 2017, que “el zoo no le da el debido interés a los animales y que esto es parte de la negligencia”. Hasta el día de hoy, no hay una explicación concreta sobre lo que ocurrió.

Las siguientes fichas explican las muertes de animales importantes del parque, de acuerdo a las declaraciones oficiales que dieron las autoridades del recinto respecto a las causas de los decesos.

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5 de enero de 2003:

Cachorro de león

El cachorro de león Yulu Coba, hijo de la “leona uno”, nacido en diciembre de 2002 en el Zoológico Nacional, murió el 5 de enero 2003. El cuidador del felino le dio de comer carne de pollo machacada porque veía débil a la cría, según explicó a LA PRENSA GRÁFICA el biólogo Jorge Porras. Los cachorros de león deben ser amamantados durante tres meses hasta que salgan sus dientes y su estómago esté listo para hacer la digestión de la carne. Yulu solo vivió 23 días en total.

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15 de julio de 2004:

Hipopótamo "Alfredito"

“Alfredito” falleció el 15 de julio de 2004. Según la necropsia, murió a las 4:10 de la tarde por una obstrucción en su intestino. Las autoridades a cargo del Zoo revelaron que, según la autopsia, la obstrucción fue localizada en la parte final del intestino delgado, lo que impidió que el animal defecara. “Se le encontró una manzana de tamaño regular en el intestino, así como partículas de cuerpos extraños; todo esto le ocasionó parálisis intestinal”, dijo el director del zoológico en ese momento, Mario Guevara.

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21 de noviembre de 2005:

Osa Melosa

La osa Kodiak “Melosa” llego al PZN en 1994 junto con su hermana Mimosa, ambas provenientes del Zoológico La Aurora de Guatemala. Melosa murió el 21 de noviembre del 2005, debido a complicaciones por una neumonía. Su hermana Mimosa había muerto en 1997 por ingerir un jugo de caja y bolsas plásticas, cuando aún se permitía el ingreso de alimentos. “Melosa pudo haberse salvado, pero cuando cayó enferma solo la encerraron en una jaulita, sin darle mayor atención”, declaró Adán Lemus, entonces presidente de ATRAMEC.

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25 de febrero de 2007:

Camello “Sadam”

El dromedario “Sadam” murió el 25 de febrero del 2007, a la una de la madrugada. La principal sospecha sobre la muerte del dromedario fue una indigestión recurrente. Sin embargo, en la primera parte de la necropsia que le realizaron se logró identificar que la muerte fue causada por una hemorragia extensa en los pulmones y en el corazón y otras leves en el aparato digestivo. De los 30 años promedio que un dromedario vive, Sadam vivió solo ocho.

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28 de mayo de 2009:

Tigre “Harry”

El tigre “Harry” llegó al PZN el 9 de enero de 2009. Fue comprado en 15 mil dólares a un circo de El Salvador. Cuatro meses después de su llegada, el 28 de mayo de 2009, murió por una posible intoxicación. La necropsia, sin embargo, no ayudó a determinar qué sustancia fue la que le causó la muerte. “Harry” tenía entre un año o año y medio de edad cuando pereció.

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3 de marzo de 2009:

Pezote

La muerte del pezote ha sido uno de los casos más controversiales e indignantes, ya que la causa del deceso fue la violencia. El 3 de marzo de 2009, un pezote se salió de su jaula y trepó un árbol. Dos vigilantes del parque vieron al animal en el árbol y lo bajaron a pedradas. Ya en el suelo, los vigilantes lo golpearon a patadas hasta matarlo. Ambos guardias, identificados como Jeremías Elías y Rafael Fabián, fueron juzgados por maltrato animal y del medioambiente.

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11 de agosto de 2009:

Canguro

En el parque hubo una pareja de canguros que provenían de una granja mexicana. La hembra murió al año de edad, el 11 de agosto de 2009, dos meses después de haber llegado al zoo. El animal fue encontrado sin vida en el recinto y la posible explicación de la muerte fue porque “la pareja de canguros había tenido problemas para acoplarse al ruido circundante de los ensayos de una banda de paz lo que los mantenía en un estado de estrés.

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21 de septiembre de 2010:

Elefanta “Manyula”

“Manyula” falleció el 21 de septiembre del año 2010, exactamente a las 5:50 de la tarde, producto de un paro cardiorespiratorio, luego de haber pasado más de una semana con complicaciones de salud, las cuales generaron que la elefanta dejara de comer. Además, la paquiderma padecía de los riñones.

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26 de febrero de 2017:

Hipopótamo “Gustavito”

El hipopótamo “Gustavito” falleció la noche del 26 de febrero de 2017, a las 11:15 de la noche. Según la Fiscalía General de la República (FGR) los resultados de la necropsia revelaron que la muerte de ¨Gustavito¨ fue por una hemorragia pulmonar aguda, aunque los sindicatos de trabajadores del parque señalaron que fue por negligencia.

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10 de abril de 2017:

Cebra

La mayor de las tres cebras del zoológico murió durante el sismo de magnitud 5.1, registrado el lunes 10 de abril de 2017. El animal corrió por el temblor y se golpeó con una de las bardas de su recinto. El golpe ocasionó la muerte de la cebra entre las 5:30 y 6:00 de la tarde de ese lunes.

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27 de abril de 2017:

Puma “Soberana”

La puma “Soberana” entró al zoológico en el 2004 y provenía de una colección privada en San Andrés, municipio de San Juan Opico, La Libertad. Desde el 23 de abril de 2017, la puma tenía complicaciones en el intestino. Luego de una operación, recibió tratamientos para prevenir infecciones y para que se recuperara de la intervención quirúrgica. Por la edad de la puma, no pudo recobrar su salud lo que causó su muerte en la madrugada del 27 de abril de 2017.

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27 de abril de 2017:

Cría de mono araña

En lo que va de 2017, ya se contabilizan cuatro muertes de animales. El mismo día en que murió la puma “Soberana”, el 27 de abril de 2017, también perdió la vida una cría de mono araña. La cría estaba entre las ramas de una de las islas cuando perdió el equilibrio, cayó al agua y se ahogó. Así lo informó la encargada de mamíferos del zoológico, Flor de los Ángeles García.

Infografías

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Los seis animales emblemáticos que ahora habitan en el Zoológico



A lo largo de su existencia, el zoo ha tenido algunos animales considerados “emblemáticos” o icónicos del parque. Melosa, la osa; la elefanta Manyula, y el hipopótamo Alfredito fueron algunos de ellos; todos fallecieron ya, en diferentes momentos y circunstancias. Estos son los animales emblemáticos que ahora habitan en el parque zoológico.

Por Silsa Pineda

Ya sea porque permanecen o permanecieron mucho tiempo en el Zoológico Nacional; por ser animales que no son originarios de este continente y no se ven con facilidad; o porque han sido recuperados de vidas llenas de tortura, el parque Zoológico ha tenido siempre a lo largo de su existencia algunas figuras emblemáticas entre sus animales.

La osa Melosa; la elefanta Manyula y los hipopótamos Alfredito y Gustavito han sido algunos de estos “icónos” que, aún ahora muertos, se ganaron el cariño de los salvadoreños.

Hoy en día, seis son los animales que llevan esta “distinción” y son considerados emblema del recinto. Mira quiénes son:

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(Crocodylus acutus)

Cocodrilo

“El Catracho” es un cocodrilo macho de 70 años que pesa entre 300 a 400 libras y mide alrededor de cuatro metros y medio de largo. A la semana, este reptil come hasta 12 libras de pollo, pero depende del clima la cantidad de comida que consume. “El Catracho” tenía a su pareja, pero llegó un cocodrilo más joven que se la quitó. Ambos cocodrilos se pelearon por quedarse con ella. En el conflicto, “El Catracho” perdió ante su vigoroso oponente y la hembra se quedó con el vencedor.

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(Panthera onca)

Jaguar

“Greco” el jaguar es un ejemplar de Panthera onca ya extinto en El Salvador. Fue rescatado de un circo y llegó al Zoológico el 16 de mayo de 2011. Ahora, pesa 170 libras, tiene 15 años de edad y consume entre ocho y diez libras de carne al día. Este jaguar vivió desde su nacimiento en una jaula de circo de la que solo lo sacaban para entrenar. Cuando llegó al zoológico en 2011, “Greco” tenía graves problemas renales, de nutrición y una curvatura en su columna vertebral.

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(Ara macao)

Guaras Rojas

Estas aves de plumas rojas, amarillas y azules están extintas en territorio salvadoreño, mas no en cautiverio como los ejemplares que se encuentran en el Parque Zoológico. Se alimentan esencialmente de semillas. El parque también les provee frutas, huevos duros y chile jalapeño, este último ayuda a embellecer las plumas coloridas de estas aves. La mordedura de una guara roja podría amputarle el dedo a una persona, debido a que estos pájaros tienen un pico bastante fuerte.

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(Sarcoramphus papa)

Rey Zope

La imponente ave conocida como Rey Zope mide entre 50 a 60 centímetros de altura y sus alas pueden tener una envergadura de dos metros de extensión. Son especies carroñeras que comen carne, pollo y presas vivas como ratas. El período de reproducción e incubación de los huevos del Rey Zope es un proceso delicado que implica el cierre del área de estas aves para no molestarlos mientras están en la etapa de procreación.

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(Ateles geoffroyi)

Monos arañas

Esta especie de primate mide entre 35 a 66 centímetros de altura. La cantidad de monos araña que hay en el parque es bastante grande debido a que hay mucha reproducción. Se alimentan de semillas, frutas, verduras, huevos y concentrado de perros para mejorar el pelaje. Tyson, el nuevo macho alfa de las islas, vivía en un taller y tenía una conducta sumisa. Raúl Miranda, biólogo del zoológico, dice que cuando Tyson llegó al parque comenzó a reproducirse de manera masiva y con esto destronó a los machos alfa.

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(Tapirus bairdii)

Tapir

El tapir es un mamífero de la familia de los caballos que tienen un hocico alargado. Los tapires han desaparecido en vida silvestre, pero el zoológico mantiene un ejemplar de esta especie. Él come entre 40 a 50 libras de frutas, vegetales y zacate al día. El tapir se llama “Guayo” como la persona que lo trajo al parque en 2004. El hombre llamado Eduardo llegó al recinto huyendo de la policía porque había comprado el tapir a unos traficantes. Eduardo solo pidió que el nombre del tapir fuera “Guayo”.

Una segunda oportunidad de vida


Parte de la colección de fauna del Parque Zoológico Nacional (PZN) son animales decomisados por la Policía Nacional Civil (PNC). Algunas especies llegan con severas enfermedades o heridas. Son historias de animales explotados y maltratados que encontraron en el zoológico una segunda oportunidad.

Por Silsa Pineda

En el Parque Zoológico Nacional habita un ejemplar de jaguar, cariñosamente conocido como “Greco”. Vive ahí desde hace aproximadamente cinco años. Es impresionante a la vista, por las hermosas manchas en su pelaje, su elegancia felina y su imponente tamaño. Su belleza exterior, sin embargo, no a cuenta de sus padecimientos de salud. "Greco" tiene problemas de osteomielitis en una pata, es decir, cáncer de huesos. A veces sus gruñidos de dolor se escuchan en el exterior del parque.

“Greco” llegó al zoológico luego de haber sido rescatado de un circo. En el zoo encontró una segunda oportunidad, una vida más tranquila, sin los maltratos típicos de la esclavitud circense a la que son sometidos los animales, y también recibe tratamiento para su cáncer.


De la misma forma en que fue rescatado “Greco”, el zoológico también recibió a dos crías de puma concolor de un circo de San Salvador. Las autoridades del parque informaron por medio de un documento que ambas crías, de aproximadamente tres meses de edad, estaban descalcificados y desnutridos.

La puma “Viruta”, otra habitante del parque, también fue rescatada. Ella permaneció tanto tiempo metida en un kennel que era incapaz de moverse sobre sus propias patas. En el zoológico recibió terapia y gracias a ello logró caminar nuevamente.

Como estas, hay muchas otras historias en el Parque Zoológico Nacional (PZN), que hoy en día es hogar de diversas especies que han sido recuperados de circos, tráfico ilegal de animales exóticos y otros lugares donde sufrían maltrato. El parque significó una segunda oportunidad de vida a todos los animales que vienen con una historia de sufrimiento.

Esto explica por qué, al recorrer las jaulas, a muchas de las aves se les ve con poco plumaje y otros animales no se ven del todo saludables. Según el biólogo del parque, Raúl Miranda, y la jefa de veterinaria, Virna Ortiz, la gran mayoría de las especies que llegan por decomisos presentan lesiones en la piel, gastroenteritis, pulgas, garrapatas y deshidratación.

Muchos de ellos son resultado de los decomisos que realiza la Policía Nacional Civil (PNC) y el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) la Fiscalía General de la República (FGR), Unidad de Medio Ambiente; y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), a través de la oficina de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).


Entre 2011 y 2015, el PZN recibió 1,371 especímenes de fauna silvestre, siendo el 2012 el año de mayor cantidad de ingresos, con 635 animales donados y decomisados. El trabajo del zoológico es restaurar la salud de las especies decomisadas y luego mantenerlos en los recintos para que sigan viviendo. Ellos no pueden ser liberados porque no todos los individuos de vida silvestre pueden sobrevivir en una zona natural abierta, luego de que un humano los haya tratado o el animal ha pasado por una cirugía.

Para el director Henríquez, el trabajo de rescate que hace el zoo “es un apoyo para la conservación de todos los animales del país que ya no pueden ser liberados. Luego forman parte de la colección”. El recinto tiene principalmente aves recuperadas, ya que en su mayoría provienen de tráfico ilegal.

“A veces cuando la gente nos llega a visitar critica el estado en que ven a los animales, pero no conocen la historia con la que los animales vienen”, explicó Ortiz acerca de las especies que han rescatado.



Festejo inolvidable

Imagen de Manyula

 

Entre el caos y la algarabía, aquel inolvidable día en el zoológico

Por Paola Zúniga

El Parque Zoológico Nacional guarda consigo una fecha que marcó su historia, para bien y para mal. Un festejo al interior del recinto tuvo tal convocatoria que hubo que tomar medidas extraordinarias como guardar a los leones y habilitar la totalidad de taquillas para el ingreso de miles de visitantes.

Fue hace exactamente 17 años. Era un domingo, el día de la semana en el que tradicionalmente las familias pasan tiempo juntas, llevan a los niños de paseo, buscan alguna diversión.

Puntualmente: era domingo 25 de junio del año 2000. La reina de la fiesta era Manyula, la querida y recordada elefanta, que ese día cumplía medio siglo de existencia. Había que tener un pastel, uno que la herbívora festejada pudiera disfrutar. Dos estudiantes de gastronomía en servicio social del Instituto Tecnológico Centroamericano (ITCA) se ofrecieron para hacer el postre para la elefanta.

El pastel estaba conformado por tres pisos de altura, sostenidos con bejucos de caña de azúcar. El relleno eran vegetales y frutas. El letrero con el nombre “Manyula” estaba hecho con trozos de sandía, recuerda el biólogo del parque, Raúl Miranda, quién tiene 22 años de ser parte del personal del zoológico.

Fotografia de Manyula

La convocatoria para asistir al zoológico ese domingo era abierta, y la idea de que los salvadoreños llegaran a dar sus felicitaciones a Manyula parecía inofensiva.

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Los encargados del Zoológico nunca imaginaron cuánta gente podría ser atraída por el festejo de aniversario. Más de 60 mil personas llegaron ese día para ser parte de la celebración.

Nunca antes el parque vio una multitud de visitantes de tales proporciones. Miles se agolpaban en la entrada esperando turno para entrar. Entre las 12:00 del mediodía y 1:30 de la tarde, la administración tuvo que habilitar la totalidad de las taquillas para agilizar el ingreso de los entusiasmados salvadoreños.

Se formaron dos filas para poder entrar al parque, una llegaba hasta la Plaza El Trovador y la otra llegaba a la ExCasa Presidencial, ambas en San Jacinto. La popularidad de Manyula derivó en momentos de verdadero caos: los niños eran aplastados por la inmensa cantidad de personas que no cabía en los alrededores del reciento de la elefanta.

Las personas subían a los niños en toda malla y muro accesible para que pudieran apreciar a Manyula comiendo su pastel. Así que, ante la posibilidad de un incidente que lamentar se dio la instrucción de guardar a los leones en sus recintos para evitar accidentes.

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Al finalizar la fiesta, quedaron al paso y a la vista los daños provocados por la inesperada e incontrolable marea de visitantes: los jardines quedaron destruidos, los baños rebasaron su capacidad, y los promontorios de basura inundaban la totalidad del parque.

Pese a que el festejo del cumpleaños 50 de Manyula se salió de control, una lección de la que sin duda aprendieron los administradores del parque, quedó demostrado el gran cariño y popularidad de los que gozaba la elefanta entre los salvadoreños.

El estruendo pareció haberle afectado poco a la festejada que, en medio del bullicio y la algarabía, logró disfrutar hasta el último trozo de su pastel, el cual demoró alrededor de dos horas en terminar.

Cumpleaños Manyula

 

Cumpleaños Manyula

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