Decirlo en voz alta

Mañana, 25 de noviembre, se conmemora el Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Múltiples patrones y acciones en contra de las mujeres se han normalizado en nuestro país y nos muestran el largo camino que le falta a la sociedad para erradicarlos.

Una de cada tres mujeres sufrirá, durante su vida, violencia física o sexual. En la mayoría de casos, el protagonista de los golpes y los ataques sexuales será el compañero de vida de la víctima. Ambos son datos que se desprenden de las estadísticas mundiales con las que ONU Mujeres ilustra la necesidad de luchar contra cualquier tipo de violencia este 25 de noviembre, Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Esa que parece una simple estadística, esa una de cada tres, podría ser su hija, su sobrina, su amiga, su hermana, su mamá. Enredadas en un ciclo de silencio absoluto o de vergüenza por verse en esa situación, porque así aprendimos a verla. Esa persona puede ser alguien que esté a su lado y no sepa cómo pedir ayuda.

Desde este día, LA PRENSA GRÁFICA quiere decir en voz alta que no está bien normalizar los golpes, la violencia emocional, la violencia patrimonial y psicológica a la que son sometidas miles de mujeres en este país. Que no es normal que tras el asesinato de una mujer sus hijos queden huérfanos y las mujeres del entorno estén asustadas ante la idea de denuncia y terminar igual.

Es un día en el que deberíamos estar aún más comprometidos por educar y educarnos sobre ese tema. Un día que nos debe recordar que nuestros hijos, sobrinos y demás familiares pueden convertirse en víctimas o victimarios y que crear conciencia en ellos es solo responsabilidad de los adultos y sus entornos. Y eso no se logra guardando silencio, sino hablando y hablando claro, sin miedo.

Es un día para recordar que estamos obligados a denunciar y que no hacerlo nos vuelve cómplices, porque es mentira que es un asunto de dos.

Un día para reafirmar la necesidad de acompañar y apoyar a las víctimas. Porque son víctimas no porque sean tontas o les guste que las traten mal y las golpeen, sino porque detrás de ellas hay una historia que las llevó hacia ese espacio de vulnerabilidad. Porque detrás de ellas hay miedo, desconocimiento y un patrón de comportamiento que las atrapa, las paraliza y les evita encontrar la salida.

Es importante que la sociedad entienda que es un tema de mujeres, sí, pero también de hombres. Que hace falta educar más y entender que cualquiera de estos tipos de violencia puede terminar con la vida de una mujer, de una hermana, de una prima, de una sobrina, de una mamá.

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