La muerte de su madre y de su hermano marcaron profundamente la infancia de Karol Wojtyla. En la juventud, la religión le coquetea, pero aún no es el momento indicado.

El final de los años treinta es una época difícil para todo aquel que no es un alemán “puro”. Y ser polaco no es la excepción. Aún siendo católico.

Con sus más de 24 años al frente del Vaticano, el Papa le legó una cara moderna a la Iglesia.

Ningún otro Papa había generado el magnetismo sobre las masas como Juan Pablo II.

Aunque el primero en salir de Italia fue Pablo VI, Juan Pablo II fue por mucho el más viajero: más de 100 visitas internacionales y más de 142 dentro de Italia.

De acuerdo a George Weigel, un escritor que investigó ampliamente la vida de Juan Pablo II, cuando la elección de Wojtyla fue anunciada, en octubre de 1978, Yuri Andropov, líder de la KGB —la inteligencia secreta de la Unión Soviética— advirtió al Politburó que podía haber problemas.

Caído el comunismo, Juan Pablo II se enfrenta de lleno al nuevo “ateísmo” de las sociedades permisivas occidentales: la “cultura de muerte”.

A la par del Papa adorado, de las congregaciones multitudinarias, los combates de Juan Pablo II le valieron también la enemistad de muchas personas.

Juan Pablo II fue un Papa fuera de serie. Su más grande legado quizás haya sido renovar el rostro de la Iglesia católica.