Si usted viajó el año pasado y tiene fotografías y videos o muchas historias por contar, envíelas a internet@laprensa.com.sv Si ya compró su boleto para el concierto en Costa Rica también cuéntenos su expectativas. Compartálas en el especial informativo de la gira de Iron Maiden en Costa Rica, donde además encontrará música, vídeos, enlaces así como galerías de las fotografías que envié el primer salvadoreño que entró al concierto de Maiden en San José.

A continuación  el relato de un salvadoreño que viajó 22 horas en bus y pernoctó 96 horas en la acera del estadio Saprisa de San José, Costa Rica, para ser el primer salvadoreño en entrar al concierto de Iron Maiden.

El primer salvadoreño fui yo

Por: Oliver Ramírez

Jueves 21 de febrero de 2008. Después de las últimas despedidas, a las 2 a.m. de ese día, abordé mi bus hacia Costa Rica, a mi propio “Some Where Back in Time” Tour. Así lo llame yo después de pasar por Honduras, Nicaragua, y al fin llegar a Costa Rica.

El viaje por tierra duró 22 horas, aunque la mayor parte del tiempo lo pasé dormido por la baja temperatura del aire acondicionado del bus.  Llegué a San José a las 11 de la noche.

A todos los estaban esperando en la terminal, menos a mí, pues iba completamente solo. La mayoría de mis cheros iban a viajar en avión o en tours. Yo quería  llegar primero.

En el bus iban más salvadoreños para el concierto de Iron Maiden en San José. Nos identificamos por las camisas. A la par mía iba uno que no era salvadoreño, sino un extranjero que también iba para el concierto. Al llegar tenía la tarea de buscar un hostal donde quedarme. Como los demás iban con la misma intención me les uní.

Para sorpresa de todos alguien nos recogió en carro. Un ride no está mal para comenzar, me dije. Fuimos a una casa a dejar algunas maletas y al regreso pasamos por el estadio.

Había unas 12 personas durmiendo afuera. Los primero en llegar fueron todos ticos.

Luego de encontrar el hostal nos mencionaron un famoso bar metalero de San José, El Sand. Dejamos las maletas y fuimos. Todavía era jueves 21. El recibimiento en el lugar fue buenísimo. Nos reconocieron como “salvas”, así nos dicen ellos. Cantamos y celebramos cada canción que ponían de Maiden. Fue buena la experiencia, muy buena.

Salimos de ahí hasta las 8 de la mañana del día siguiente rumbo al hostal. Pero como me pareció un poco caro saqué mis maletas. Tuve suerte que el dueño no me quiso cobrar nada por dejarlas ahí toda la noche, así que me fui a explorar San José sin conocer nada, iba en busca de un hotelito más barato, pues quería cuidar el dinero ya que no tenía idea qué tan caro me iba a resultar el viaje.

Encontré uno, pagué solo por bañarme, cargar mi teléfono y dormir hasta medio día. Por mi trabajo estoy acostumbrado a dormir poco, así que me levanté y me fui a almorzar.

Ahí estaba cuando en la radio anunciaron a los que estaban esperando afuera del estadio para ver a Maiden. Eso me dejó en qué pensar y me dije: -No creo que todos hagan eso, pero para saber la ubicación del estadio me voy a dar una vuelta.

Así fue. Después de una vez más comprobar la hospitalidad de los ticos, me subí en el bus que me llevaría hacia allá.

En el bus iban dos metaleros. Rápido los identifiqué por sus camisas de Maiden, pero eran ticos y con mochilas. ¿Será?, me dije. Donde se bajen me bajo, pensé, mínimo ahí es el estadio. Así fue. Justo cuando llegamos me identificaron además de ser metalero como extranjero por el hablado. Llegamos al estadio y para sorpresa los 12 que había visto la noche anterior ya eran más de 150. Para la tarde éramos unos 300.

¡Increíble! Era viernes y nosotros haciendo cola para un concierto que sería el martes. Se me salió el folclor y como la parte donde yo estaba haciendo fila era de tierra conseguí unos cartones para ponerlos como colchón, acto seguido toooooodos los ticos hicieron los mismo, después de seguirme con la mirada para ver qué estaba haciendo. Creo que todos tenemos algunos gramos de champero en nuestra sangre porque la reacción fue inmediata.

Esa noche nadie durmió porque jugamos fútbol y por el frío de la zona no hizo falta el licor que a nadie le pegaba pero si servía para mantenerse caliente. Claro en compañía de las fogatas. Así llegamos al sábado ya tenía dos días ahí y había dormido 6 horas, era de emoción creo no me quería perder nada, de repente pasaban carros con música de Maiden y todo aplaudíamos y las cantamos, otros pasaban con reguetón a todo volumen cual coaster de la ruta 44 de San Salvador y solo se dejaba escuchar el ya muy conocido $#%^$!%$#$@#.

Así pasó el sábado. Ese día ya casi como a las 5 puse mi bandera no la puse cuando llegué porque estaba pintando las letras de la leyenda “El Salvador The Country of The Beast”. Así decía en honor a la canción “The number of the beast”. Todavía más color de que era de aquí.

Desde el principio me llevé bien con los ticos. Obvio con quien más, si eran los únicos que estaban ahí.

En la madrugada del domingo me pasó algo muy bueno como habían dos entradas VIP al estadio y nosotros solo habíamos hecho una sola cola la partieron en dos y en la parte donde yo estaba la llevaron a la otra entrada para que hubiera dos filas. Así pasé a ser el cuarto de esa fila. Eso me convertía en el salvadoreño en estar más cerca de la puerta.

Pasó el domingo y era curioso que había gente que pudiendo evitar esa calle que además de estrecha la habíamos hecho peatonal por el número grande que éramos para ese día. Pasaban por ahí en sus carros solo para ver el show de muchos rockeros, todos de negro.

Durmiendo y esperando afuera del estadio. No faltaron algunos evangélicos que llegaron con todas las ganas de predicar pero cuando nos veían todos de negro y pelo largo no se animaban a hablarnos. Llegamos al lunes y ya para ese día habíamos quizá unos 5 mil esperando. En la noche llegaron muchos más. Ya no sólo era nuestra acera sino la de enfrente. Cuando cantábamos en la noche se escuchaba de lejos, muy lejos. Esa noche llegaron los buses con salvadoreños. Ya éramos más. También llegaron los hondureños, chapines, mexicanos, hasta de Venezuela y Ecuador andaban.
“Increíble, ya quisieran los artistas pop mover así la gente, pensé, esto solo lo hace el metal”.

El lunes por la emoción la cantidad, no sentimos el día, y la noche ni se diga. Casi podría jurar que en la madrugada estuvimos a 8 o menos grados. Ni los ticos ni los chapines acostumbrados a los climas frescos podían dormir. También era chistoso ver que el primer día estuvimos como a dos o tres metros de la fogata. Esa noche casi la única forma de no temblar era estar a unos centímetros del fuego, después de eso ya no he vuelto a sentir frío, quedé curado.

Martes 26 febrero 2008
El día “D”.  Después de haber vivido cosas que nunca pensé vivir, ese año o por lo menos no estaban dentro de mis propósitos de año nuevo vivirlas, me admiró la cortesía y súper buena onda de los ticos que sin conocerme me ofrecieron sus casas para bañarme y cambiarme de ropa.

Algunos llegaban y preguntaban: -“¿Hey usted es el salvadoreño?
-Sí yo soy.
-“Lo vimos en el periódico o en la tele”.

Ni tenia idea que ya me había hecho famoso. Cuando alguien de la prensa costarricencse llegaba a los alrededores del estadio Saprissa, de San José, lo primero que les decían era que había un salvadoreño que era de los primeros de la fila. Así los periodistas llegaban.

Después que la gente me identificó comenzaron las muestras de cortesía. Me llevaban desayuno o almuerzo. Me quedé sorprendido. Ya con eso nos sentábamos a hablar de los conciertos de El Salvador, del viaje de 22 horas en bus y de Maiden, obviamente.

No se me olvida una periodista española que calculó que el martes, día del concierto, había unas 25 mil personas afuera del estadio.

-“Os he logrado encontrar, pensé que no lo haría. Dime, en teoría, ¿tú eres el primer salvadoreño que va a entrar?, ¿vinisteis hace cinco días e hicisteis un viaje de 22 horas en bus?”. Así comenzó su corta entrevista.

Por fin las 3:30 de la tarde abrieron el estadio y entramos corriendo hasta que nos detuvo la barra que nos separaba del escenario. Faltaban todavía más de cuatro horas para el concierto y nos quedamos ahí.

Físicamente ya no tenía fuerzas. Estaba bien cansado. Pero la emoción me mantuvo en pie. Cuando salió Maiden creo que más de alguno se le salieron las lágrimas. Tenía a Bruce Dickinson a tres metros, desde la primera fila. En ese momento caí en la cuenta de lo que una persona es capaz de hacer por un artista favorito. Se me olvidó todo el cansancio y lo que había pasado para estar ahí en primera fila, disfrutando y cantando esas canciones que en mi vida pensé iba a cantar junto a ellos en vivo.
“Maiden” es  el mejor tour y la mejor experiencia que he tenido en mi vida. Por cierto ya estoy listo para el concierto de este año. Ahora me voy a ir con más días de anticipación. Mis cheros allá ya me esperan, porque quiero ser este año cuando abran las puertas del estadio ser el primer salvadoreño que entre… de nuevo.