Después de 35 años llegó el turno de Óscar Romero. Desde el sábado podrá subir a los altares de la Iglesia católica, justo cuando el cardenal Angelo Amato lo declare beato. Francisco ya lo declaró mártir.
Ricardo Flores/Flor Cañas
El cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos de la Santa Sede, llegó ayer al país para oficiar la misa y los actos de beatificación de Monseñor Óscar Romero, asesinado por odio a la fe el 24 de marzo de 1980, quien desde mañana subirá a los altares de la Iglesia católica. La designación de Amato se hizo el 25 de febrero pasado y presidirá los actos en la plaza Salvador del Mundo.
Amato llegó ayer a las 6:33 de la tarde al Aeropuerto Internacional Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez. Una camioneta lo condujo hasta una alfombra roja que lo esperaba tendida en la pista de la terminal escoltada por 40 cadetes que flanqueaban un pasillo central.
El nuncio apostólico, León Kalenga; el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar; el alcalde capitalino, Nayib Bukele; y el viceministro de Relaciones Exteriores, Carlos Castaneda, lo esperaron para caminar entre los cadetes con sus sables en alto. Al frente, unos músicos militares entonaron el himno nacional y Bukele le entregó las llaves de la ciudad. Una ceremonia de bienvenida que duró unos 10 minutos.
Tras recibir las llaves, Amato se volvió a subir a la camioneta junto con el cardenal Vincenzo Paglia, postulador de la causa de Monseñor Romero ante el Vaticano, quien viajó junto a Amato desde Roma.
“Esto es maravilloso. El recibimiento ha sido con el máximo honor. El Estado le ha reconocido sus méritos como jefe de Estado. Nos alegra muchísimo tenerle aquí”, dijo Escobar, todavía de pie en la pista a un costado de la alfombra roja.
“Me dijo que está muy contento y que el papa también está muy contento que de haya iniciado el proceso de canonización del padre Rutilio Grande”, reveló el arzobispo capitalino parte de la plática que tuvo minutos antes con el enviado del papa.
Minutos más tarde, Amato apareció del salón VIP del aeropuerto acompañado de el nuncio apostólico y autoridades de la Iglesia católica salvadoreña. A su salida fue sorprendido por unos 20 feligreses del Movimiento de la Virgen María que le cantaron “Amigo” de Roberto Carlos como bienvenida.
“Les agradezco esta acogida que me brindan como representante del santo padre. A él se dirige nuestro recuerdo que mira con afecto, sobre todo en estos días, al pueblo del alabado”, leyó Amato de una hoja que sostenía con su mano derecha tras ponerse de pie frente a un puñado de cámaras y micrófonos que lo esperan para escucharle.
“El motivo de mi visita es el reconocimiento solemne de la ceremonia de beatificación de la caridad heroica, de la esperanza viva de Monseñor Óscar Romero, hijo y pastor de esta tierra. Auténtico testigo del evangelio hasta el don de su vida. Él nos recuerda los valores de la justicia, de la paz, de la reconciliación y el compromiso por el bien común. Valores que son compartidos por hombres y niños que trabajan por una sociedad mejor”, siguió la lectura.
“Las llaves de esta ciudad son símbolo de un gesto acogedor que acepto con honor y reconocimiento”, fue su última frase para después aplaudir y sonreír.
Muy de cerca
Tanto el cardenal Amato, como monseñor Paglia, quien es el presidente del Pontificio Consejo para la Familia, han estado muy cerca de los últimos papas y del proceso que se seguía el arzobispo salvadoreño.
En el acto de beatificación se contará con tres intervenciones del delegado papal: la lectura a la Carta Apostólica que designará a Monseñor Romero como beato de la Iglesia católica; el rito de pasar por incienso las reliquias que se presentarán ante la población, con ellas la camisa que vistió el mártir el día de su muerte; y la presentación de la homilía dedicada a la ceremonia.
El proceso de beatificación del obispo se da luego de 35 años de su muerte, en 1980, con una bala al corazón mientras oficiaba una misa en la capilla del Hospital Divina Providencia. En 1994, la iglesia arquidiocesana presentó la Solicitud de Introducción de la causa de canonización de Monseñor Arnulfo Romero, el cuarto arzobispo de San Salvador.
En 1997 se recibe la respuesta de Roma en aceptación del proceso. Fue hasta el 3 de febrero de este año que el papa Francisco confirmó el martirio y su próxima beatificación. El Vaticano aseguró que la muerte de Romero se dio “en odio a la fe”.