La cripta de la Catedral Metropolitana y el Hospital Divina Providencia recibieron ayer a los feligreses de diversos países.
Martín Guevara, de 57 años, observó durante varios minutos una pintura del rostro de Monseñor Óscar Arnulfo Romero que está colgada en la habitación que utilizó el arzobispo durante sus últimos años de vida y que ahora es exhibida en el centro histórico que lleva su nombre. El lugar está ubicado a un costado del Hospital Divina Providencia, en San Salvador. La máquina de escribir, la cama, el carro y el radio del sacerdote que hoy se convertirá en beato llaman la atención del peregrino originario de Durango, México, pero que reside en Los Ángeles, Estados Unidos.
¿Todo esto está intacto y era lo que ocupaba Monseñor? Fue la pregunta del peregrino. Una monja carmelita responde a la inquietud del visitante con una palabra: “Todito”.
Los miles de peregrinos de diversas nacionalidades que visitaron ayer la capilla del Hospital Divina Providencia y la tumba del arzobispo, en la Catedral Metropolitana, reconfirmaron el profundo respeto que la comunidad internacional tiene hacia Monseñor.
Visitantes de todas partes del mundo han llegado al país para rendirle tributo a Romero. Más de 285,000 personas han ingresado a El Salvador por motivo de la beatificación, informó el Ministerio de Turismo.
El hospitalito, como se le conoce popularmente, alberga a 70 personas que padecen de cáncer y que reciben cuidados para amortiguar su dolor.
Los familiares de los enfermos se unieron a la celebración y participaron en la misa realizada en el lugar que ha sido denominado por los feligreses como un santuario. Palmas decoradas con flores de colores adornaron la capilla del hospitalito.
Los peregrinos se detuvieron en la puerta desde donde un francotirador disparó al sacerdote que hoy da su primer paso en el proceso para subir a los altares. Martín conoció al arzobispo mártir a través de los salvadoreños con los que trabaja en la arquidiócesis angelina, la mayoría de ellos son migrantes que solicitan apoyo luego de atravesar de manera ilegal la frontera estadounidense.
Un promedio de 150 salvadoreños diarios –entre ellos varios niños– emprenden viaje hacia Estados Unidos con la esperanza de encontrar mejores oportunidades, según datos de organismos internacionales.
Su manera de pensar y el compromiso que tenía con los pobres son las dos cualidades que Martín destaca de Monseñor Romero y con las que se siente identificado.
“Llevo muchos años viendo las penas que sufren los migrantes al pasar por México y varios de ellos son salvadoreños. Monseñor es un hombre lleno de amor entregado a su pueblo”, dijo el duranguense. Después de rezar frente al altar del hospitalito, el peregrino de origen mexicano visitó la tumba de Romero. La Catedral Metropolitana, ubicada en el centro de San Salvador, estaba rodeada de policías, miembros de la seguridad presidencial y militares, quienes custodiaban a los feligreses.
Un argentino dirigió una emotiva oración frente a la tumba de Romero. “Señor, ayúdanos a que este evento sirva para la unión, te agradecemos por Monseñor”, solicitó el extranjero. El cese de la violencia social en El Salvador fue otra de las plegarias.