El papa Francisco alabó la figura de monseñor Oscar Arnulfo Romero, que hoy será beatificado en El Salvador, y llamó a una verdadera reconciliación en el país centroamericano.
dpa
El papa Francisco alabó la figura de monseñor Oscar Arnulfo Romero, que hoy será beatificado en El Salvador, y llamó a una verdadera reconciliación en el país centroamericano, en el que fue asesinado el religioso en 1980 al inicio de la guerra civil.
«Es momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan», dijo el papa argentino en una carta dirigida al arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas.
«En este día de fiesta para la nación salvadoreña, y también para los países hermanos latinoamericanos, damos gracias a Dios porque concedió al obispo mártir (Romero) la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo», apunta Francisco en la misiva.
Oscar Arnulfo Romero y Galdámez fue asesinado el 24 de marzo de 1980, cuando oficiaba una misa. El religioso era conocido como «la voz de los sin voz»: sus homilías dominicales se habían convertido en espacios de denuncias sobre de la grave violación a los derechos humanos que practicaban las fuerzas oficiales y las guerrillas insurgentes.
«Monseñor Romero, que construyó la paz con la fuerza del amor, dio testimonio de la fe con su vida entregada hasta el extremo», apuntó el pontífice.
«En tiempos de difícil convivencia, monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño (…). Su ministerio se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados», recordó Francisco, que destacó cómo el religioso «se preocupó de las mayorías pobres, pidiendo a los poderosos que convirtiesen las armas en hoces para el trabajo».
«Monseñor Romero nos invita a la cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia», agregó. «Es necesario renunciar a ‘la violencia de la espada, la del odio’, y vivir ‘la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros'».
Francisco instó además a la Iglesia de El Salvador, de América Latina y el mundo entero «a ser rica en misericordia, a convertirse en levadura de reconciliación para la sociedad».