La Iglesia salvadoreña reconoce que la beatificación de Romero fue posible por el vínculo entre él y Francisco. Ayer, el papa recordó con cariño al beato desde el Vaticano.
Ricardo Flores/Agencias
El papa Francisco dijo ayer que Monseñor Óscar Arnulfo Romero, beatificado el sábado 23 de mayo por el cardenal Angelo Amato ante miles de fieles en el monumento al Divino Salvador del Mundo, siguió el “ejemplo de Jesús” al elegir estar “en medio de su pueblo”, en una declaración tras el dominical rezo del ángelus frente a la Plaza de San Pedro, en el Vaticano.
El que fue arzobispo de San Salvador, recordó el pontífice, resultó muerto “mientras celebraba la eucaristía. Este pastor dedicado, con el ejemplo de Jesús, eligió estar en medio de su pueblo, especialmente los pobres y los oprimidos, a costa de su vida”.
Las palabras que ayer dedicó el papa a Monseñor Romero están en sintonía con lo dicho por Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, durante la ceremonia de beatificación de obispo mártir. El cardenal, quien fue enviado por el papa a presidir la ceremonia, insistió en que las reivindicaciones de Romero no tenían contenido ideológico ni político, sino un carácter eminentemente evangélico.
El arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar, recordó frente a la concurrencia que asistió ayer a la misa de acción de gracias por la beatificación de Romero que el papa Francisco fue quien dio el último empujón a la causa dentro del Vaticano. “Sabemos que el papa le tiene mucho cariño a Monseñor Romero. Después de Dios, el papa ha sido el que ha hecho posible la beatificación del obispo mártir”, dijo el arzobispo durante la misa que también estaba dedicada a conmemorar el Pentecostés, una fiesta de la Iglesia católica que recuerda el descenso del Espíritu Santo tras la resurrección de Jesucristo.
Francisco aprobó en febrero pasado el decreto que reconocía el “martirio” del arzobispo de San Salvador, asesinado por “odio a la fe”.
San Romero de América, como desde hace años llaman a Romero los salvadoreños, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras oficiaba la misa en la capilla del hospitalito de cáncer Divina Providencia, en San Salvador, sitio donde aún se conservan muchas de sus pertenencias tal como las dejó ese día.
Ayer el obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, también reconoció que Romero ya ha trascendido a otra dimensión más universal: “Romero es un santo planetario, ya no es Romero de El Salvador, es San Romero del mundo”.
El arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, quien acompañó a Escobar en la misa de acción de gracias, dijo que en Romero están representadas muchas personas, por eso ahora viene el compromiso de hacer realidad su pensamiento: “Debemos seguir viviendo su mensaje, que es el del evangelio”.
El papa recordó ayer la figura del nuevo beato salvadoreño junto a la de la monja italiana Irene Stefani, misionera que también fue beatificada el sábado. De ambos, el papa elogió su “ejemplo heroico”, que suscita entre los cristianos “el vivo deseo de testimoniar el evangelio con valor y abnegación”.