Bajo una pertinaz lluvia, miles de feligreses católicos salvadoreños y extranjeros dieron el banderazo de salida a los festejos de la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero.
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Bajo una pertinaz lluvia, miles de feligreses católicos salvadoreños y extranjeros dieron el banderazo de salida a los festejos de la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero. Las celebraciones comenzaron el viernes con una procesión desde Catedral Metropolitana, donde yacen los restos del arzobispo asesinado, hasta la plaza donde el enviado papal hará oficial el martirio del prelado.
«Tengo sentimientos encontrados, antes estas marchas se hacían bajo las balas, hoy las hacemos bajo la lluvia y este pueblo es grandioso, si no lo paró las balas, muchos menos lo va a parar la lluvia, pero ésta es una lluvia bendita», dijo a The Associated Press la monja salvadoreña Arely Marroquín, que salió del país hace 35 años, después del asesinato de Romero.
Monseñor Romero fue asesinado por un francotirador cuando oficiaba misa el 24 de marzo de 1980, un día después de que pidiera a los militares el cese a la represión contra el pueblo. Pero la mayoría de los peregrinos presentes el viernes eran jóvenes que no habían nacido cuando se registró el magnicidio.
«Ésta es una fiesta del pueblo, el que nos heredó y ha mantenido viva la imagen de monseñor. El pueblo está aquí acompañando a su pastor», expresó la hermana Yesenia Soto, de 33 años.
La incesante lluvia impidió que se encendieran los farolitos, y entre los cánticos de los feligreses se escuchaban los truenos y de vislumbraban los rayos de la tormenta.
María Lilian Benítez de Santos, de 74 años, caminaba sola con un cartel con la imagen de Romero rodeada de rosas rojas. «Vengo lista para dormir aquí, no padezco de frío y no me importa la lluvia. Yo estuve cuando el entierro y yo he estado esperando que el Vaticano diga que es santo, pero ya era santo, antes que lo mataran».
Tres cardenales rodeados de sacerdotes celebraron la misa de apertura de la vigilia. Uno de ellos, el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, se dirigió a los fieles en la homilía: «Oren mucho para obtener la gracia de un milagro por intercesión de nuestro beato para su canonización».
También apeló a los religiosos, a los que exhortó a ser «pastores al ejemplo de monseñor Romero… mártir por una fe viva».
Al frente de los feligreses se podía distinguir la imagen de Romero, con la mirada hacia el oriente de la capital salvadoreña. Su mano derecha alzaba una cruz, y con la izquierda abrazaba una Biblia contra su pecho.
La estatua está ubicada frente a la plaza El Salvador del Mundo, donde se alza un monumento de 18 metros de alto con una columna que sostiene un globo terráqueo y culmina con la imagen del patrono del país, con una mano al cielo y la otra hacia la tierra.
La ceremonia será oficiada por el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano, cardenal Angelo Amato, y el arzobispo de San Salvador, monseñor Luis Escobar Alas.
Las autoridades eclesiales colocaron dentro de una urna la reliquia de Romero: la camisa que usaba cuando fue asesinado.
La llamada Procesión de la Luz salió desde la catedral de San Salvador, en el centro de la ciudad y donde se encuentra la cripta con los restos de Romero, hasta los alrededores de la plaza ubicada en la zona norponiente de la capital, en un recorrido de cuatro kilómetros.
Las autoridades esperaban la participación de más de 260,000 personas en la plaza y sus alrededores, en un radio de 5.6 kilómetros cuadrados. En la zona se colocaron 27 pantallas gigantes con una distancia de dos a tres metros entre sí.
La policía informó que 3,700 agentes y soldados se encargarían de la seguridad del evento.
El acto de beatificación se dividirá en tres intervenciones del cardenal Amato: lectura de la carta que designa beato a monseñor Romero, pasar por incienso las reliquias del arzobispo asesinado y la homilía.
Los alrededores de la plaza amanecieron con centenares de vendedores de recuerdos: camisetas, llaveros, bolsas, brazaletes y tazas con precios promedio de entre dos y cinco dólares. También se vendían copias de documentales y películas inspiradas en la vida de Romero.
Raúl Julia, hijo del actor del mismo nombre que representó al arzobispo en la película «Romero» de 1989, dijo a The Associated Press que participará en el acto como invitado especial del gobierno junto a los productores Lawrence Mortorff y Chris Donahue.
«Yo vi por primera vez a mi padre en el set de Romero, por eso monseñor Romero marcó mi vida», expresó.
Las calles aledañas a la zona y fuera del perímetro de 5.6 kilómetros se han llenado de autobuses con peregrinaciones procedentes del interior del país y de Centroamérica.
El Ministerio de Turismo informó que 80% de los peregrinos ya se encuentra en el país y que los hoteles de la capital están ocupados en su totalidad. Los miles de visitantes podrían generar ingresos por 31 millones de dólares.