Un grupo de 575 jóvenes acampó en Arambala un día antes de la conmemoración.
Liliana Fuentes Monroy
De sonrisa espontánea y andar juguetón, David Ventura, de 18 años de edad y quien se considera un “revolucionario”, llegó al campamento de jóvenes en Arambala, Morazán, con mochila, pantalón, chaqueta y sombrero camuflados.
La actividad, convocada por el Consejo Nacional de la Juventud (CONJUVE) el domingo, logró reunir a 575 chicos y chicas, la mayoría del departamento de Morazán.
“Somos revolucionarios no con fusiles, sino con los ideales, con solo no ser indiferentes a nuestra realidad”, señaló David, originario de Chilanga.
Aunque él estudia segundo año de bachillerato en el Instituto de San Francisco Gotera, a unos 14 minutos de distancia de donde vive, afirma que no existe igualdad de oportunidades para todos.
“Sale caro estudiar en Morazán, son pocos los que pueden salir adelante. Mi llamado para el presidente (Funes) es que en cada comunidad rural se le dé valor a la educación, que se haga un esfuerzo mayor”, comentó sin tapujos.
Según este joven moreno de ojos grandes y limpios, para combatir la delincuencia en el país, nada mejor que motivar a estudiar, una idea de la cual está convencido y que le impulsa para poder seguir con estudios universitarios, aunque le salga costoso, comentó.
Jaqueline Guevara, de 22 años, llegó desde Perquín con sus mejores amigas. Abordaron un camión con todos los miembros de su pueblo y se hicieron presentes al campamento.
Guevara es una de las privilegiadas, del 2% de bachilleres de Morazán que llega a estudios superiores. Estudia Licenciatura en Idiomas en San Miguel.
“Si los jóvenes tuvieran espacios para aprender un oficio, de tener trabajo, no habría tanta violencia”, comentó.
Aunque la semana pasada un dirigente juvenil dijo en Gotera que aprovecharían el campamento para conocer las ideas de los jóvenes y que estos harían propuestas al presidente Funes, no hubo espacio para ello, solo para conocer la historia, disfrutar de la música, bailar y acampar.