“Cuando salí a calentar, se me puso la piel de gallina. La adrenalina te caldea los ánimos y te hace sentir seguro de ti mismo. Pero luego el contorno se te olvida.”
“Hugo me escupió la cara después de que le toqué el trasero. Saqué de sus casillas a un jugador que venía de España de ser ‘pichichi’. México ya estaba perdido con el 2-1.”
Geovany Trigueros,ex seleccionado nacional
Ambiente frío en el camerino de la selección nacional, pero era por la confianza que los jugadores tenían para encarar al archirrival en las competencias de CONCACAF.
En las tribunas del estadio Cuscatlán había una pancarta que resumía todo: “Al mundial no vamos, pero a México le ganamos”.
“Hey, ‘Choco’ (por chocobanano), que no te vaya a dejar mal parado ese viejo que viene de jugar del Real Madrid y que ha ganado ‘pichichis’. Que no te vaya a hacer un túnel ese viejo, que no te la vaya a meter debajo de las patas. ¿Cómo nos van a dar verg… estos aquí? No podemos perder”, recuerda que le dijeron.
“Me pidieron que Hugo Sánchez no me fuera a hacer una bicicleta porque tenía esa habilidad.” Esas frases le tocaron, y en lo más hondo de su ego, para poder hacer un buen juego ante los aztecas en aquel 4 de abril de 1993, cuando la Azul venció 2-1 al “Tri”.
A eso hay que agregar que en la concentración había tenido un cruce de palabras un poco fuerte con el preparador físico. Todo el problema fue porque Geovany Trigueros desayunó suave antes del juego, que estaba programado para las 11 de la mañana.
Una porción de cereal fue todo lo que consumió el recio zaguero, que vistió el número 2 a sus espaldas. “No llevás lo suficiente en el estómago”, le dijo el instructor suramericano que vino dentro del equipo de asistentes de Jorge Vieira, quien vino para dirigir a la Azul en la última fase eliminatoria rumbo a Estados Unidos 1994.
Recordar esos pasajes no es tarea fácil para Trigueros, quien ahora quisiera retroceder el tiempo y volver a vivirlos.
Las lágrimas llegan a su corazón porque los recuerdos lo atavían. “Cuando salí a calentar, se me puso la piel de gallina. La adrenalina te caldea los ánimos y te hace sentir seguro de ti mismo. Pero luego el contorno se te olvida”, señaló.
En las gradas del Cuscatlán estaba María Eugenia, la mujer que iba a elegir como su esposa luego de cinco años de noviazgo.
“En el fútbol, la guerra es abierta”, dice. Nada de mala intención para agredir físicamente al adversario. Lo suyo era el juego de palabras, el duelo verbal, sin perder la cabeza por si el adversario reaccionaba.
En cada tiro de esquina a favor de México venían los intercambios de palabras con Hugo Sánchez, figura de todos los tiempos en el balompié azteca. Sin pensarlo dos veces, Trigueros recuerda que le tocó el trasero al mexicano en un descuido de la tripleta arbitral: “Hugo me escupió la cara después de eso, pero le gané la moral. Saqué de sus casillas a un jugador que venía de España de ser ‘pichichi’. México estaba perdido porque ya nosotros estábamos ganando 2-1”.
Junto a Leonel Cárcamo Batres, Trigueros estuvo muy de cerca de “Hugol”. Recuerda que Sánchez solo tuvo una opción de gol en una chilena donde Cárcamo le dio ventaja. “Hey, cabr…, no le des chance a este, que si le das un espacio nos va a complicar”, reprendió a su pareja de trabajo en la Azul y también en Luis Angel Firpo.
“Guerrillero”. Ese era el calificativo con el que tanto Sánchez, Francisco Uribe —quien no terminó el juego porque Trigueros le rompió el pómulo— y Alberto García Aspe se defendían de los acosos verbales de los salvadoreños.
Trigueros no cree que este 6 de junio la historia vaya ser diferente al enfrentar de nuevo a México en una eliminatoria mundialista. Por lo tanto, cree que para ganarle al equipo que dirige Javier “el Vasco” Aguirre, los seleccionados cuscatlecos deben estar concentrados no al 100%, sino “al 200%”.