¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo! Sí. Sí se pudo, pero cuánto se tuvo que sufrir para que sí se pudiera. Porque, selección, dejame decirte que ya habías roto la ilusión de una afición de iniciar la hexagonal con un triunfo. Cómo te gusta hacernos sufrir. Quizá crees que así te queremos más. No sé si así será, la verdad.
Cómo te gusta maltratarnos, selección. Ni siquiera habían pasado 10 minutos de un partido en el que se suponía tenías que demostrarnos que se podía creer, cuando tuvimos que tragarnos los gritos porque un tiro de fuera del área sorprendió a Juan José Gómez. Por la gran p… y para eso pagamos lo que pagamos.
Pero uno no es ninguno. Y si es alguno, solo es uno. Dos se le remontaron a Panamá. Diferente es cuando caen dos. “Harakiri”. Masoquismo. Maldiciones. De todo y para todos, Azul, a veces pienso que ya la regás.
Las gargantas solo nos dieron para gritar 45 minutos. Porque el descanso, lejos de refrescarnos la misma, nos la calentó más cuando la guerra de bolsas de agua, de aquí para allá, y de allá para aquí, iban acompañadas de cuanto improperio se le puede ocurrir a una persona que ha pagado $8 por una entrada de sol. ¿Animadoras? Qué animen a otro con ese cuento.
Ahí vienen de vuelta: los jugadores y el árbitro. Sí, ese mismo que nos pitó un penalti a favor contra Panamá y contra Costa Rica. Sí, el mismo que hoy nos pitó uno, pero en contra… a la diabla, otro penalti. Ya van dos. Perdón profe, pero ese su compatriota… ¡MEXICANO TENÍAS QUE SER!
No es posible. Es imposible. Un, dos, tres, diablo panzón, que se dé un resbalón… ¡Sí! Falló. ¡Sí se puede!, ¡sí se puede! Al menos hay algo que celebrar esta noche. Ah, y la camisa y la pelota que la mara anda regalando por ahí. Al menos. ¿Perdió México? Bueno, otro motivo para celebrar. Nuevamente: perdón, profe.
Abrí, pasala, pegale, marcá, apretá. Ya solo los bombos se oyen. La mara se cansó de gritar. Hacele huevos, selección. Acordate de las selecciones que ya le han regalado a la afición ir a un mundial. Ahí en el banquillo tenés a algunos de los que lo hicieron: a Jaime Rodríguez, al menos, para echarle huevos, imítenlo.
¿En qué minuto le hicimos el primero a Panamá? Al ’79. ¿En qué minuto vamos? En el ’80. No, los milagros solo pasan una vez. A veces dos veces. No esta vez para nosotros. Necesitaríamos que ese tiro libre que nos acaba de pitar el árbitro entrara… ¡Entró!, ¡entró!, ¡entró!, ¡la pelota entró! Goooooooooooool. Uno, falta solo uno, gritemos, ¿con qué? Con la garganta maje, ¿que ya te la acabaste?, mala suerte, que grités: ¡sí se puede!, ¡sí se puede! Ya no vuelvo a tomar, ya no vuelvo a fumar, ya no vuelvo a lo que querás, pero empata, selección.
Cuatro minutos de descuento. Es suficiente. Solo un segundo necesitamos, pero por qué tiene que ser el último de todos.
Tiro libre. Que lo tire Osael. Es la última, le pega, se metió, sí, no, sí, no, sí, sí, sí, sí, gol, gol, empate, un punto, nos salvamos, pero, selección, por favor, la próxima no nos hagas sufrir tanto.
febrero 12th, 2009 at 3:35 pm
horgulloso de ser salvadoreno y vivo en austin tx y nos vemos el 28 de marzo y arriva la azul.
febrero 12th, 2009 at 6:47 pm
VIVA LA BARRA AZUL!!!