Hoy nos enfrentamos ante lo mejor de CONCACAF. Un ejemplo de desarrollo basado en un plan de trabajo elaborado con criterio. “Practican un fútbol mecánico, a veces aburrido, juegan siempre apegados a un libreto”, me dijo Carlos De los Cobos. Juegan como viven y son prácticos y efectivos. Creo fielmente que las selecciones son un reflejo de sus sociedades.

Los estadounidenses son en el fútbol como lo son en la vida cotidiana. Podrán ser aburridos y acartonados, pero cumplen con su objetivo. Nosotros, por el contrario, queremos jugar con valores que lamentablemente están lejos de nuestra cultura. Aspiramos a ser ordenados dentro de la cancha, pero en el camino nos encontramos con una sociedad que no admite orden y que prefiere hacer las cosas “a lo que sale”.

Su federación está dirigida por un orador de ciencias económicas de la Universidad de Columbia, con título magna cum laude de la Universidad de Bucknell. El presidente de nuestra flamante comisión normalizadora, ya lo conocen. En su equipo hay jugadores que militan en clubes de 11 ligas diferentes. Nosotros tenemos apenas equipos.

Parecen superiores en todo, pero el fútbol es el gran nivelador. Allí en la cancha son todos iguales. No juega su presidente y por suerte el nuestro tampoco. Son 11 contra 11 interpretando las ideas de sus técnicos (donde competimos contra cualquiera). Son iguales en todo. Menos en algo que nosotros tenemos más grande que cualquiera: corazón. Allí no nos gana nadie. Y como el corazón de nuestros 11 tiene el apoyo de millones, ¿quién dijo miedo?

Y si a las 8:30 p. m. vemos que no hay salida, recuerden que este 28 de marzo es el día del apagón voluntario para darle un respiro a la Tierra. Pueden apagar las luces del Cusca para que la Tierra respire. Y nosotros también.