Esta columna parte de la casualidad. Nada planeado, ni estructurado. En realidad no encontraba de qué escribir. Todavía pienso cómo separar esas entremezcladas emociones que dejó el partido del sábado y me asusta ver el papel en blanco. Pensar que a la selecta se le escapó el gigante de CONCACAF me amarga, pero saber que le sacaron un empate que a priori era un resultado ideal reconforta. Preocupa que un simple juego debilite la salud de quien ha sido el gran baluarte de todo esto. Enfurece que tengamos dirigentes impresentables que ni se molestan por preguntar por el estado de salud del DT del equipo más importante de nuestro país.
Hace un año, leía detalles sobre la vida del técnico de la selección turca, Fatih Terim, ex allenatore del Milán entre otros. Entre las curiosidades encontré que Terim en su oficina en Estambul tiene un cartel con una frase que dice: “Nada es imposible, pero los milagros toman tiempo”. Cuando pensaba que ganarle a Panamá requirió de un milagro y que era “imposible” ganarle a EUA, pero estuvimos muy cerca de otro milagro, llegué a creer que lo que Terim tiene en su oficina esconde un mensaje que nosotros podemos aprovechar. Parece que ya es tiempo de reconocer que el gran milagro de nuestro fútbol es la selecta.
En nuestro país, donde no hay clubes organizados, donde no existen las divisiones inferiores, donde no hay canchas, pero sobra talento en el jugador, donde abundan dirigentes ineptos, ¿cómo explicar que aquí en El Salvador tenemos un equipo que lleva 40,000 personas a un estadio que no tiene baños decentes? Que ese equipo pone de acuerdo a millones, zurdos y diestros por igual, para gritar por la misma causa. ¿Cómo explicarlo? Allí tienen el milagro. Arranqué diciendo que esta columna partía de la casualidad y las casualidades también son pequeños milagros.