El fatídico minuto 69 marcó el final de lo que hasta ese momento era un punto de oro en la primera visita de la selección nacional en la hexagonal. Gol de Walter “el Paté” Centeno con un toque de cabeza que dejó sin chance a Miguel Montes.
En el anfiteatro de la ex Feria Internacional no había palabras. Todo mundo se quedó impávido ante el tanto que marcó la victoria de los ticos y que regresó a la realidad al equipo de Carlos De los Cobos, que se queda con dos puntos en la tabla producto de los empates en casa. El entusiasmo mostrado en los minutos anteriores quedó de lado. Aquellos rostros que en algún momento fueron de alegría se convertían, en instantes, de dramatismo. Poco a poco, los hinchas empezaban a abandonar el recinto. De nuevo las dudas regresan a los aficionados salvadoreños, quienes se tienen que preparar para el escenario del juego de junio próximo ante México en el estadio Cuscatlán.
Pese a que la derrota estaba segura con el tanto de Centeno, no faltó aquella zocazón que no tiene nada que envidiar a la que se vive en el Cusca. Esa que aparecía cuando Rodolfo Zelaya, Rudis Corrales o Léster Blanco —quien debutó con la selección mayor a escala internacional— iban a luchar solos contra el mundo.
Los ticos festejaban. Rodrigo Kenton, técnico de la selección costarricense, pedía el apoyo de la afición de casa. Desde acá, había miles de gritos, donde las ofensas eran mayoría. El azul que reinó casi toda la noche se volvió pálido. La Barra Azul también apagó su ímpetu y los instrumentos callaron por algunos momentos. El escenario se derrumbó.
Si hay que hablar de palmas, esas fueron todas para el guardameta de la selección nacional Miguel “el Mudo” Montes, quien dio de qué hablar desde la portería del equipo salvadoreño. En la primera parte, el arquero nacional tuvo la osadía de detener un tiro de 12 pasos que cobró el atacante Andy Furtado. Le adivinó el lado y se la jugó. Hasta el hincha más tímido dejó ir sus palmas para el cancerbero de Nejapa.
Al que le mandaron todo tipo de improperios fue a Jair Marrufo, el árbitro central del choque, que se atrevió a decretar el tiro de 12 pasos a los ticos. Al revisar la repetición de la jugada queda la duda y da a pensar que la decisión del colegiado fue apretada.
La acción de Montes llenó de más confianza a los aficionados salvadoreños que habían gozado en la primera mitad. Seguían con el ambiente que no tenía nada que envidiar al del “Vietnam” en el Cuscatlán. Además de ello, “el pájaro picón picón” estaba allí para amenizar la noche. El parcial 0-0 con el que terminó la primera mitad invitaba a ser optimista con la selección nacional. “El Salvador, ra, ra, ra”. La porra tradicional de la hinchada cuscatleca empezaba a escucharse en los pasillos del anfiteatro del Centro Internacional de Ferias y Convenciones.
Llegó el medio tiempo y los hinchas aprovecharon para hacer aquella pausa necesaria. Los baños, tanto los de mujeres y hombres, estaban llenos. Había filas donde se hacía la espera del turno de cada quien. Al igual que en el estadio, el lugar más visitado en el intermedio son los sanitarios.
El inicio de la segunda parte siguió lleno de optimismo. Pero cada vez que la selección de Costa Rica se aproximaba al área del equipo nacional, arrancaba más del algún suspiro. El teléfono de varios aficionados empezaba a sonar. La mejor opción era el tono vibrador para poder recibir las llamadas sin ningún problema. Los que no habían podido llegar al lugar querían saber cómo iba la selección nacional. Al recibir la noticia de que el empate se mantenía, todo marchaba con normalidad.
Pero con el tanto del equipo costarricense, las llamadas ya no fueron con la misma intensidad y solo se esperaba el final para tragarse ese 1-0 que a la postre hiciera digna la primera caída de esta hexagonal. El cronómetro ya no daba para más y el tiempo normal y de reposición se acabó.
De los Cobos aparecía en pantalla junto a William Torres Alegría. Ambos se llevaban las palmas. Pese a la derrota, la afición no salió molesta. Guardan la esperanza de que en junio próximo será México el que pague los platos rotos.