Atrás quedaron, las muñecas, los juegos y su inocencia. Algunas de estas niñas víctimas del abuso, llegaron a considerar la posibilidad de “destruir” la vida que crecía en sus vientres, fruto de terribles episodios que súbitamente las colocan frente a una nueva realidad llena de retos y responsabilidades. Cuando estas víctimas son rescatas y llevadas al Hogar María Isabel de la Fundación “Sí a la Vida”, a veces sólo tienen la ropa que llevan puestas. Pero en sus mentes llevan una pesada carga. “Ellas vienen destruidas emocional, física y psicológicamente, sus abusadores han sido familiares cercanos en quienes ellas confiaban, creían y amaban. Vienen con una confusión de sentimientos, viven una situación que no han pedido y que no saben como enfrentar”, explica Marlene Días, psicóloga de este refugio. Las “niñas madre” por lo general 
son tímidas, desconfiadas, solitarias, aisladas, se siente culpables y temerosas, son víctimas también de los prejuicios de la sociedad. “No hay otro hogar en el país que acepte niñas embarazadas. Como que si tuvieran miedo a hacerle frente a esta reponsabilidad”, dice Magdalena de Valiente, encargada del hogar el cual trabaja bajo la supervisión del ISNA. Ahí con mucho apoyo psicológico y espiritual, las niñas logran arrancar el odio y superar poco a poco los traumas que al principio no les deja amar a sus hijos con plenitud, ángeles que nada de culpa tienen en la tragedia. Se les enseña a cambiarlos, aprenden a cocinar, tienen la oportunidad de completar sus estudios y aprender un oficio que les permita mantener a sus retoños. La fundación a logrado salvar la vida de más de 4,700 niños, convenciendo a sus jóvenes madres de que el aborto no es opción.
Según Medicina Legal, en El Salvador, sólo en 2007 se reportaron cerca de 2,000 violaciones, el 70% de estas eran menores de edad. La cifra es espeluznante: cada 6 horas y 46 minutos, un niña salvadoreña es violada.
