Aunque parece que la vida de los nobles es sencilla, llena de lujos y diversiones, la realidad es que los reyes, príncipes y princesas deben respetar una cantidad enorme de reglas conocidas como protocolo, que pueden hacer de su vida una prisión.

La tradición impedía a los reyes llorar en público y mostrar sus emociones románticas; pero con el paso del tiempo, estas normas se han ido suavizando y con los matrimonios de los actuales herederos al trono con jóvenes no pertenecientes a la nobleza, las normas protocolarías han dado un giro muy importante.

Los príncipes de Dinamarca, de España, de Holanda, de Noruega, de Bélgica y la princesa Victoria de Suecia, próxima a dejar la soltería con un plebeyo, han dejado atrás aquel rígido protocolo y expresan en público los sentimientos de amor por su pareja, lo que permite escribir su historia de amor.