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Enamorados, juntos y… sanos

Publicado en 14 February 2009 por nrecinos

Senior happy smiling couple walking together outdoorsNo tema aceptar que es difícil vivir sin esa persona especial. No es el único. Los seres humanos estamos hechos para encontrar una pareja y reproducirnos, pero más allá del hecho biológico de defender la conservación de la especie, enamorarse es sinónimo de felicidad y, por tanto, de salud física y mental.

Eso sí, enamorarse es una cosa y estar en pareja otra; una no siempre implica la otra, pero cuando hablamos de las dos juntas, supone situaciones que benefician a ambas personas.

“Los casados tienen más estabilidad emocional y desarrollan capacidades como liderazgo y responsabilidad”, dice el doctor Gerardo Trejo, psiquiatra. “Estar en pareja implica preocuparse por el otro, cuidar del otro, y eso da satisfacciones”, agrega.

Estar en pareja también incluye cuidar de uno mismo y sentirse respetado, amado y seguro, lo que reduce las posibilidades de enfermarse por virus como la gripe, por ejemplo, porque se tiene un sistema inmunológico fortalecido, asegura el psiquiatra.

Por otra parte, en términos generales, las mujeres tienden más a la depresión, pero cuando un hombre enviuda o está soltero siendo mayor, es más propenso a la depresión y la ansiedad. Esto, dice Trejo, podría explicarse por las presiones sociales que también influyen para encontrar y tener pareja en cierta etapa de la vida.

“Naturalmente buscamos estar asociados y eso conlleva a estar en pareja como parte de los roles que desempeñamos en la vida”, advierte el doctor.

Formar pareja es tan importante como tener un trabajo, una familia y funcionar dentro de la comunidad y la sociedad de la que somos parte, pero ¿cómo se elige a la pareja?

Esto depende del medio social, la familia, la comprensión del amor y el aprendizaje de valores, así como los factores inconscientes. Lo último se refiere a cuando la elección responde a recibir del otro adoración, que satisfaga necesidades, hacerle sufrir como se ha sufrido o que llene el vacío del progenitor que faltó.

De este modo, para la elección de la pareja influirá en el individuo si creció sin uno de sus padres o si alguno era alcohólico, si hubo violencia, si hay presión sociofamiliar por casarse o si tiene vacíos emocionales, entre otras muchas cosas.

“Reconocer y mantener una pareja depende del amor, el respeto y la confianza mutua”, afirma el psiquiatra. No hay fórmulas mágicas, porque el matrimonio es la más compleja de las relaciones humanas, según Trejo.

Si bien proporciona estabilidad emocional y las consecuentes ventajas en la salud, también requiere una enorme tolerancia, comprensión, pasión, fidelidad, una pizca de amor materno, paterno y otra de amor propio. Y todo eso supone una buena dosis de madurez.

Desde esta perspectiva es fácil entender por qué un 70% de los divorcios ocurren en los primeros dos años de matrimonio. Pero a medida van pasando los años, las posibilidades de divorcio disminuyen, de acuerdo con el doctor Trejo. Una de las causas para que esto ocurra son dificultades con la familia del cónyuge.

Asimismo, la infidelidad descubierta es otro factor. Sin embargo, el doctor Trejo dice que un 85% de las mujeres perdona la primera infidelidad.

Otro motivo es intolerancia a las costumbres del otro, problemas sexuales, problemas financieros, pérdida de amor, abuso de drogas, maltrato físico y dificultades con los hijos.

Como sea, si bien el matrimonio tiene muchas ventajas para la salud de la familia y el funcionamiento de la sociedad, también implica un esfuerzo grande por parte de la pareja para sobrevivir a la convivencia.

“Hasta que la muerte los separe” es una meta difícil de lograr. Una vez uno de los cónyuges muere, si la que queda es la mujer la expectativa de vida es mayor que si le sobrevive el hombre, quien suele morir en poco tiempo y que al fin y al cabo sigue el camino de su amada.

El divorcio

El proceso es traumático para ambos cónyuges, pero uno reacciona distinto que el otro.

En el 60.4% de los casos es la mujer la que toma la decisión de divorciarse, pero suele ser ella quien experimenta efectos emocionales más profundos.

6 años

Si una pareja sobrepasa este tiempo, tiene más posibilidades de continuar que en los primeros dos años.

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